Concretamente, se propicia la modificación de la cuarta categoría de la Ley del Impuesto a las Ganancias Nº 20.628. Así se alivia la presión tributaria sobre los estratos de ingresos medios y, recogiendo otras iniciativas parciales del bloque, se excluye a las jubilaciones, “a excepción de las que correspondan a regímenes de excepción, salvo los originados en situaciones de vulnerabilidad social que, por supuesto, también son excluidos del impuesto”, explicó Rogel.
El proyecto contempla además una actualización acorde con el nivel de incremento salarial y, fundamentalmente modifica el sistema de la llamada tablita que fuera cambiada por el gobierno de Néstor Kirchner. “Se consideró a los asalariados como una vía más de recaudación de impuestos, cual si fueran una empresa generadora de ganancia”, indicó.
“La situación se agrava aún más y se convierte, junto con la inflación, en un doble impuesto a la clase trabajadora”. Rogel sostuvo que “el concepto impositivo al cual el gobierno nacional no quiere avanzar debe estar conducida por el paradigma de que el que más gana más paga”.
“En este sentido no decimos que determinados niveles salariales no deben ser incluidos dentro de lo que son los aportes al Impuesto de Ganancias, sí decimos que frente al impuesto a la inflación debe observarse muy cuidadosamente en qué niveles salariales se provoca el corte para comenzar a cobrar ganancias. Puesto que lo que podría ser un sistema justo, solidario de aporte de determinados sectores salariales, termina siendo otra forma de recaudación por parte del Estado, en este caso nada menos y nada más que el salario de los trabajadores”, agregó.
Mientras en el año 2001 el 6,06% de la población trabajadora formalizada abonaba el impuesto a las ganancias, 10 años después, en el 2011, lo abonaron el 10,79% de esa población laboral.