DIARIOJUNIO: Hola,. Buenas tardes. Cómo estás? Me dijeron que podías tener entradas para el vip del carnaval. Quería saber a cuánto? Somos 4 . Gracias
Revendedora: Hola. Para hoy?
DJ: Sí
R:Nada
DJ: Ah, y para la tercera noche? Estoy con amigos que llegaron de Buenos Aires y quieren conocer.
R: Sisi. 4ta fila 19.000
DJ: Hasta cuándo tengo tiempo para confirmar? Por dónde tengo que pasar a buscarlas?
R: San Luis XXX. Lunes
DJ: Dale gracias. Te escribo
DJ: Discúlpame. Fila 4 en qué sector?
R: E
La mesa en cuestión (Fila 4, Sector E) para la tercera noche tiene un valor oficial, según se puede apreciar en la plataforma de sistema de ventas online para el carnaval de Concordia, de 9500 pesos. La revendedora consultada, que brinda una dirección donde funciona una tienda de ropa para mujer por calle San Luis, y que ya ha sido apuntada en redes sociales por varias personas indignadas, pide el doble: 19 mil pesos.
Todo en rojo, todo agotado
No es la única boca de reventa, cuando empezaron “los escraches”, varios que ofertaban lugares en el carnaval -con total descaro- optaron por bajar el perfil y seguir su reventa apelando al boca a boca.
Los espacios disponibles en el sector de mesas para todas las noches que restan del carnaval de Concordia están agotados. Cualquiera que pretenda cerciorarse solo tiene que entrar a la página https://www.concordia.gob.ar/carnaval/entradas/noches
Mientras tanto, la reventa de mesas y sus precios crecen de manera exponencial a medida que la fiesta toma mayor color y las fechas transcurren.
Para las personas comunes y corrientes que quieran vender su entrada, no hay ley que lo impida. Porque si fulano o mengana no pueden ir por cualquier motivo, pueden vender las entradas si quiere al mismo precio que las compró, o incluso ganar una diferencia sin pagar ni ganancias ni ingresos brutos porque no hay habitualidad. Son apenas algunas entradas, no hay fin comercial.
Pero el cuestionamiento nace cuando la reventa es premeditada, organizada, publicitada y sistemática, y sucede ante la mirada impávida de parte de los organizadores quienes no pueden ignorar y tampoco no accionar ante lo que acontece, porque la práctica deja a turistas y al gran público local a merced de los oportunistas de siempre.