La estrategia de esconder bajo la alfombra al presidente Mauricio Macri y agredir a Kicillof con descalificaciones de distinto tipo no parece haber sido suficiente para repetir el éxito de 2015. En aquella oportunidad, Vidal dio la sorpresa en las generales con el 39,4 por ciento frente al 35,28 del ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Con una imagen fresca, montada sobre un enorme apoyo mediático y gracias a una fuerte campaña sucia sobre su principal adversario, Vidal se había convertido en la primera gobernadora mujer de la provincia de Buenos Aires, luego de 28 años de gobiernos peronistas.
En las PASO de hace cuatro años, el Frente para la Victoria había acumulado 40,40 puntos entre sus dos contendientes. Fernández le ganó la interna por apenas dos puntos a Julián Domínguez: 21,21 a 19,19 por ciento. Sin embargo, no logró retener luego todos los votos del ex presidente de la Cámara de Diputados.
La unidad del peronismo bonaerense rindió sus frutos, emparejando la diferencia que obtuvo Alberto Fernández respecto de Mauricio Macri a nivel nacional. Sergio Massa y Felipe Solá, candidatos a presidente y gobernador por el frente UNA en 2015, se integraron al Frente de Todos y lograron incorporar buena parte de aquel caudal electoral al proyecto que encabezan Kicillof y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario.
La distancia entre Kicillof y Vidal se amplió a casi 40 puntos en los distritos más populosos del conurbano bonaerense. En La Matanza, distrito que gobierna la precandidata a vicegobernadora, el Frente de Todos superó los 60 puntos mientras que Juntos por el Cambio apenas pasó los 20. En Lomas de Zamora el resultado era del orden de los 55 puntos a 25. En Escobar, Esteban Echeverría, Avellaneda, San Martín,