Respuesta salomónica a la respuesta pírrica de Prigioni a Tirso

La verdad, no pude terminar de leer el mamotreto escrito por Prigioni. Es largo, reiterativo, está mal escrito y lleno de agresiones de baja estofa y peor nivel. Llegué hasta donde pude, pero en esa eventualidad dada a mi escasa paciencia, logré percibir algunas deformaciones en las que incurre el señor informador público don Víctor, al salir en defensa, según parece, de quien él cree haber interpretado que es el destinatario del análisis realizado por el periodista de marras (uy, Prigioni. No me haga explicarle todo. Cuando digo «el periodista de marras» me estoy refiriendo a Fiorotto, el autor de la nota que a usted lo hizo estallar. ¿Es que no entiende nada? ¿Tengo que explicarle también quién es el Autócrata, que no es usted?).
Prigioni arranca, nomás, creyendo que la nota de Tirso era de «una revista del año 2000». Y después arremete con una concatenación irrefutable de argumentos sólidamente racionales… Casi un silogismo, mire: califica al autor de «pequeño burgués de pluma intelectualoide y lengua de trapo», «que posee una formación seudo democrática», «cree que la democracia tiene valor solo cuando su sector social tiene la posibilidad de acceder al poder, o sea , cuando al poder lo tienen sus amigos que imaginan el comportamiento de una sociedad y no a la sociedad misma». También dice que Fiorotto y los que piensan como él «no tienen pertenencia a su pueblo, no lo conocen, jamás sufrieron, ni sufrirán las penurias de los que menos tienen, por que ellos nacieron a la intelectualidad desde la soberbia áulica que les proporciono permanentemente una educación basada en una colonización pedagógica que nunca advirtieron». Agrega que es un «burgués mediático que se alimenta de odios y de envidias, que nunca fue capaz de valorar las actitudes populares y hasta culpa al pueblo por sus creencias y realizaciones».
Y acá tengo que decir, con toda humildad, que Prigioni me convenció, eh. Sus argumentos contundentes han iluminado mi mente, que era gorila hasta ese momento. Pero no, ahora descubrí mi camino de Damasco, o de naranjas concordienses, y me sumo a la legión de «adulones ultrasónicos» que comanda el Víctor (¡Qué cosa, Prigioni! Parece que hay algunos más que leyeron a Don Arturo Jauretche, que no sólo habló de las zonceras, sino que también definió al «alcahuete ultrasónico»… y eso que no conoció a Prigioni).
El Víctor nos informa públicamente –no olvidemos que es el director de Información Pública de la provincia, así que ésta es su función– que «a los burgueses mediáticos habría que capacitarlos y enseñarles lo que es gobernar y quizás podrían apreciar con mayor cordura la actitud de un pueblo, aunque estoy seguro que algunos nunca aprenderán». ¿Ven? Eso es cierto. Algunos nunca aprenderán. Por ejemplo, el propio Vìctor Prigioni, que escribe «desforman» por «deforman»; «halla sido», por «haya sido» y «desbastado» por «devastado», o inventa palabras como «entronar».
Ah, pero lo más lindo viene ahora. En los párrafos siguientes Prigioni se pira. Sí, sí. Se le da vuelta todo. Se le chifla el moño y se empieza a creer que el autócrata es él. Se habrá fumado algo, qué sé yo, pero la cuestión es que comienza a contestar en primera persona, diciendo cosas como que en la época de Montiel «los entrerrianos si sabían donde estaba yo, estaba denunciando judicialmente el abandono de persona y la violación de un derecho humano .Es que cuando denuncio una injusticia que la sufren los que menos tienen o sea para el burgués mediático ‘los cómplices del gobierno’, el solo vio en mi actitud una especulación política y no una actitud coherente con los ideales que sustento»… ¿Vos? ¿Prigioni? ¿Pero quién sos vos?
La verdad es que en este punto, un poco me confundió. Llegué a imaginarme, sólo por un momento, que el Autócrata lo tenía a Prigioni sentado en sus rodillas, dictándole esta carta, y como el Víctor es medio analfa, no entendió que en estos párrafos el que hablaba en primera persona no era él, sino su patrón, así que debió ponerlos entrecomillados y al final señalar el autor… Pero después sigue hasta el final en el mismo tono, y va redoblando la condición excelsamente berreta de sus calificativos, lo cual me llevó a colegir que seguía siendo Prigioni el informador el autor del mamotreto.
Casi al final, Prigionius –ya un filósofo, mire– administra este párrafo imperdible: «Muchas veces en mi vida de militante político me quisieron matar con mentiras o causas fabricadas que el pueblo nunca creyó. A esos homicidas, les recuerdo hoy, que esta victima aun respira». ¡Tomá mate, che Fiorotto y todos los cagatintas que se le atrevan al heroico y bizarro caballero de adarga en ristre don Victorio de la Prigiona y Autocracía Vernaculesca!
Dígame la verdad: ¿usted escuchó hablar alguna vez de este Prigioni? Realmente el Autócrata debería preocuparse, porque el tipo se la creyó. Así pasan estos pichones de autócratas de hacer los comunicados, a querer ser los protagonistas del próximo parte de prensa.
Y para terminar, digamos que concluye su plepa pletórica en pleonasmos con una moraleja tipo José Narosky: «quien se arrastra para denigrar, siempre encuentra alto el pedestal». Y a eso le agrego yo, modestamente: «Quien se envilece para agradar más a su mandamás… ya era vil mucho tiempo atrás». Buenas tardes a todos.

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