Repudio a la campaña contra Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo

“No es momento, justo ahora que un enjambre de micrófonos busca encontrar el punto y coma necesario para ser utilizado contra uno de los símbolos más caros de nuestra historia reciente, para ejercer el juego de las diferencias.
Es momento de cerrar filas y no caer en el juego de alimentar a la derecha que encontró el punto para golpear al mismo tiempo a un gobierno que representa una de las peores cosas para ese sector: que los reclamos del movimiento de derechos humanos se encarnen en políticas de estado y en victorias políticas concretas contra los genocidas: los padres de un modelo económico social que ha sido record en desigualdad, pobreza, indigencia e injusticia en todos los órdenes.
No es momento para tentarse y reproducir el juego de las diferencias, sino retomar con más firmeza que nunca, el principio de que prime la unidad en pos de objetivos superiores y dejar en un plano absolutamente secundario los debates que podemos tener.
Si debiésemos considerar las variadas clases de energía que los argentinos y argentinas hemos necesitado y seguramente continuaremos requiriendo de manera imprescindible para vivir cotidianamente, deberíamos asumir esa clase particular de energía que es la energía moral. Una comunidad se sostiene a sí misma de múltiples maneras, y una de ellas, quizás no la menos importante, sea la que se asiente en la capacidad de construir lazos de amorosa ética social lo suficientemente fuertes y profundos como para permitir y posibilitar- desde la memoria colectiva- la construcción de un proyecto de país a largo plazo sostenido en las nociones fundamentales de verdad y justicia para todos.
Es en ese sostenimiento que la energía moral se torna necesaria, fundamental. Invisibilizadas, acalladas, amenazadas, injuriadas, traicionadas, muchas de ellas torturadas y asesinadas, las madres y abuelas han sido durante más de treinta años las inclaudicables sostenedoras de la brújula moral que necesitábamos – y necesitamos- para no perdernos en la niebla de los asesinos, los desmemoriados propiciadores del olvido y la reconciliación mentirosa, los cómplices mediáticos, los odiadores de la vida que sólo han promovido el horror y la muerte en todas sus formas y sentidos.
Porque las formas de la muerte son múltiples pero también han sido múltiples, generosos, solidarios, dignos, intransigentes con la mentira, justos, memoriosos, los pasos dados por las madres y abuelas en cada una de las marchas circulares que como un centro irradiador de latidos vitales ha sostenido y sostiene el pulso de nuestro país. Cuando los medios callaban o mentían, cuando el cercenamiento de las identidades se convirtió en actos de diaria criminalidad, cuando se naturalizó y legalizó el horror, las madres y abuelas siguieron caminando, faros móviles de amor , luz y justicia en medio de canallas, traidores y asesinos.
Hoy es preciso comprender que necesitamos de esa energía moral para la continuidad de nuestro país como proyecto y como construcción, no permitamos que la voz de Hebe sea traicionada, vapuleada o injuriada porque en esta marcha se define nuestra identidad como país, nuestro sentido profundo de la memoria histórica, y de la justicia. Porque todos somos Hebe esta marcha es de todos. Continuemos caminando”.

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