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REJAS

Es noticia la reincidencia delictiva. La que nutre los discursos represivos. Aun contra historias de desamparo, contra el infierno de las cárceles y la carencia absoluta de políticas de reinserción social, muchos triunfan sobre su destino y, como José, logran encaminar una vida honrada.

Un colega que trabaja hace poco en esos depósitos de pobres que son los Penales, se asombraba de las historias calcadas de muchos presidiarios. Son como “radiografías”: Abandonos, desamparos, violencias, “situación de calle”, drogas, expulsiones, exclusiones, miserias, explotación, discriminación,  pobreza. Itinerarios de resentimientos, violencias y delitos como respuesta al daño. Cárcel, hacinamiento, depósito, encierro como sino trágico. La cárcel es como la prolongación de un barrio miserable.

José salió con poco. Una mujer-madre que le dio un poco de “orden” y amor. Un Pastor-Padre  le brindó una comunidad de hermanos, que lo rescató de su soledad y de su odio. La existencia de Dios en obras concretas de amor, aquello que el Capellán, con más sueldo que santidad, no supo transmitir. Y su voluntad.

Dice José que cambiar la vida es  una decisión transformadora.  Claro que no se trata de méritos personales, sino de Otros que alojan, que dan chance a esa voluntad de transformación. 

Es necesario probar que el delito es producto de la desigualdad, que se combate con oportunidades y no con castigos. Que en la cárcel se escarmienta la pobreza, más que  las faltas a la ley.

En “Utopía”, esa isla en la que el humano predomina sobre el dinero y la propiedad, la devolución de lo robado a la comunidad es la sanción para los “ladrones” como José. No imaginan suplicios tan monstruosos como la “modernidad civilizada”. Monstruosos e ineficaces. Todos sabemos que nadie se “regenera” allí, solo se envilece más aún. Es un escarmiento para los pobres. Más para los rebeldes y levantiscos.

El caso de  Milagro Sala deja al desnudo esa lógica. Es castigada por desafiar al Poder. Lo dicen sus propios carceleros. El Presidente del superior tribunal Pablo Baca confiesa jocoso a una amiga que “Morales no la quiere largar a la Milagro”. El mismo Gobernador sonríe triunfador y satisfecho cuando en un canal de T.V. lo ovacionan por haberla apresado. Ernesto Sanz, dirigente político, reconoce que al principio la detuvieron mal, porque, como se sabe, acampar y protestar no es un delito.

Con esa “racionalidad”, como dice el Indio Solari, “todo preso es político”.

Tal vez no haya intenciones de ocultar estas aberraciones. Es posible, incluso, que en la exhibición desnuda de este espectáculo obsceno, precisamente allí, resida la “razón” del  Poder.

 

(*) Psicólogo. MP243

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