Los expertos en situaciones de riesgo lograron contener, no sólo a los seis rehenes, sino también controlar con ingenio y hasta riesgo a los dos delincuentes que se encontraban afectados bajo los aparentes efectos de alucinógenos.
El diario UNO accedió al informe oficial que fue entregado por los negociadores a las autoridades policiales y judiciales.
En él se hace saber que los dos hombres que irrumpieron violentamente en el comercio, estaban drogados y armados.
Al producirse la toma de rehenes, se avanzó con la llegada de los mediadores y en las maniobras de acercamiento se conocieron las pretensiones de los malvivientes.
Lo primero que exigieron fue un automóvil con bastante combustible, sin embargo tal solicitud fue rechazada por el juez Ricardo Banazzola que les recomendó deponer la actitud y entregarse con todas las garantías, para luego ser trasladados a la Alcaidía de Tribunales.
Encadenados
Esta respuesta del magistrado, alteró a los dos hombres y generó otro momento de fuerte tensión dentro de la ferretería industrial. Uno de ellos buscó una larga cadena y comenzó a anudala a los cuellos de al menos tres de los rehenes. A esa altura de la mañana concebían la intención de salir corriendo con los rehenes en una fila india por calle Maciá, pero la medida no fue tomada, ya que se entablaron nuevos diálogos con los negociadores de la Policía.
Los rehenes estuvieron encadenados, cerca de una hora, durante la cual los comenzaron a preparar para el potencial escape a pie o en auto.
A los gritos, los maleantes les hicieron saber a los policías que dejarían en libertad a tres de las personas retenidas, en tanto que los tres restantes serían llevados junto a otro policía para que de ese modo la posible fuga resultara exitosa. Sin embargo, la nueva propuesta también fue rechazada de plano por Bonazzola.
Esto alteró más de la cuenta a los delincuentes. Sacaron sus armas, las cargaron nuevamente y comenzaron a gritar que “la cosa no iba a terminar bien, ya que nadie los entendía”, resaltó una fuente consultada.
En ese instante, los dos malhechores dieron muestras de estar preparados para todo, como salir corriendo con los rehenes y disparando sus armas, a riesgo de sus propias vidas.
Rodríguez, de acuerdo al relato obtenido, ofuscado levantó el revólver calibre 32 y le apuntó a la cabeza a uno de los rehenes y luego al negociador de la Policía. Incluso, se aseguró, martilló el arma mientras miraba al negociador. No siguió con la maniobra porque, desde el otro lado, lo aturdieron los gritos.
Esto fue aprovechado por los mediadores para explicarle que no tenía sentido producir una tragedia. Lo trataron de calmar y hacer ver que nada les pasaría si se entregaban. Es más, le marcaron hasta el cansancio que el juez se encontraba fuera del comercio para garantizarles todos sus derechos.
Distensión
Una vez que empezó a dar resultado “el ablande”, los delincuentes se fueron para un costado del amplio mostrador y, tras conversar entre ellos, aceptaron entregarse, pero siempre y cuando los acompañara el abogado Marcos Rodríguez Allende. “Queremos que él esté acá, para que nos asesore”, esgrimió uno de los muchachos, mientras se secaba la transpiración de la frente.
Además, pidieron que se les alcanzara cigarrillos Philip Morris, botellas de Coca Cola frías y ansiolíticos. La Policía cumplió a medias ya que sólo les dio un par de atados de cigarrillos. En medio del distendimiento de la situación, llegó la hermana de Rodríguez. El hombre la había llamado desde su celular.
Una vez que la joven estuvo en el lugar, su hermano le entregó un arma de fuego y una billetera.
El letrado Rodríguez Allende debió ser buscado en el Juzgado Federal, porque se encontraba asistiendo al ex gerente del Banco Nación, sucursal Ramírez, Daniel Cabrera. Trasladado de urgencia a calle Maciá, su presencia fue tranquilizadora para los delincuentes, que depusieron su actitud a los pocos minutos y liberaron la totalidad de los rehenes.
Los negociadores de la Policía mantuvieron cerca de 10 contactos de diálogo con los malvivientes.