Lo primero que pretendía provocar para este viernes o sábado era una reunión con intendentes radicales. También tenía intención de adelantar para la semana que viene la reunión que el Comité Provincial tenía previsto realizar los primeros días de mayo.
El Comité estaría reuniéndose entre miércoles y viernes de la semana que viene, con una agenda que excede a la reforma, para abarcar también las “sugerencias y pedidos” surgidos de la asamblea abierta del 14 de abril, desarrollada en Villaguay, en torno a la evaluación de la performance electoral del partido en la pasada elección. También se espera que la conducción provincial avance en la consideración del respaldo que la Convención Nacional le dio a la candidatura presidencial del ex ministro Roberto Lavagna.
Congreso
Pero antes, el lunes que viene, tiene previsto reunirse la Mesa del Congreso Provincial del radicalismo y allí podría surgir la fecha de reunión del máximo órgano partidario que es el que, en definitiva, resuelve la posición y da mandato a los legisladores.
La definición estará sujeta a la marcha de las consultas políticas que lleva adelante el Comité con el fin de reunir la opinión de toda la dirigencia respecto a la oportunidad de la reforma constitucional. En cualquier caso, la estimación de las autoridades partidarias es que la reunión del primer congreso ordinario del año no podría concretarse antes de mitad de mayo, para dar tiempo suficiente al trabajo previo que requiere la información a los congresales.
En este punto se hace notar que, además de la urgencia que impone el clima reformista, la UCR tiene asuntos pendientes que resolver, como la apelación de la expulsión del diputado Eduardo Solari, o la modificación de su carta orgánica.
En la reunión que se desarrolló ayer por la mañana en la Casa Gris, quedó la idea de que el Gobierno no necesita de los votos radicales para aprobar la reforma; que puede hacerlo sin necesidad de esperar un pronunciamiento orgánico del que, aún en su piso histórico del 20 % de los votos, sigue siendo el principal partido de la oposición.
Freno
Está claro que la UCR, como partido, ha perdido el poder que dos años atrás le posibilitó frenar la reforma, con aquel recordado congreso del 5 de marzo de 2005. Aun así, propios y extraños comulgan en la idea de que el bronce de la postergada reforma al texto de 1933 luciría mejor a los ojos de la historia con un amplio marco de consenso que supere al mero apoyo de algunas individualidades.
Los radicales saben, además, que este año todavía tienen algún número para incidir en el proceso reformista, antes de que en diciembre la Legislatura profundice su peronización, fruto de la doble oferta electoral que llevó el PJ en la pasada elección. Y, claro está, también se ve con buenos ojos contar, junto con la expectativa electoral de una diputación y una senaduría, con una lista de 45 candidatos a convencionales que, por un lado, comprometa a un mayor número de dirigentes en las actividades de campaña para octubre y, por otro, permita repartir —y por lo tanto diluir— responsabilidades de la próxima derrota que, salvo un milagro o un rotundo cambio del escenario político, todos pronostican para las elecciones que vienen.