Lo económico queda en un segundo o tercer plano si se tiene en cuenta que aumentó la inclusión (obligatoria) al sistema pedagógico argentino de una gran cantidad de jóvenes que no concurrían a establecimientos educativos y si se considera a la salud (Cumplimiento de calendario de vacunas) como otro de los objetivos a cumplir por los padres de los menores incorporados a este programa de asistencia social.
El estado gana en educación y salud con un programa que a prima facie fue tildado de oportunista y prebendario por sectores que hoy reclaman mayor inclusión al mecanismo.
Observando los resultados, sectores detractores del gobierno, reclaman mayor inclusión al programa y la universalización del beneficio. Lógico es pensar que se acompañe la iniciativa si se corre vista a los resultados obtenidos y se reclame por la inclusión al sistema de quienes por alguna razón técnica quedaron fuera del alcance de este beneficio social.
Pues bien, la confusión comienza cuando desde los mismos sectores que apuran la inserción de un mayor número de ciudadanos al beneficio se plantea un cambio a una ley que hoy sostiene, en parte, el financiamiento del instrumento.
La modificación de la norma que fija imposiciones a los débitos y créditos bancarios (impuesto al cheque) haría caer un 15% lo que ingresa a la Anses, que paga hoy la asignación universal por casi 8000 millones de pesos a aquellos jóvenes y niños cuyos padres carecen de trabajo. La metamorfosis propuesta, con un cambio al régimen coparticipable de estos recursos, pondría en jaque el financiamiento de este programa o la prestación de otros beneficios como las pensiones no contributivas.
Mientras desde sectores opositores al gobierno nacional se propone bajar recursos, al mismo tiempo se propone aumentar las erogaciones.
Como ciudadano solo puedo pensar, no como el gobierno nacional de que hay un fin destituyente en sectores de la oposición, pero si que hay determinadas posturas que avalan la hipótesis.
Indudablemente, hoy existe en la Argentina un arco político no opositor sino detractor con serias dificultades para hacerse entender por quién tenga una mínima capacidad de análisis.
Apuntar contra estos sectores sindicándolos como golpistas es hasta agraviante hacia quienes, equivocadamente, han propiciado este tipo de eventos en el país.
Incluirlos dentro del bagaje donde se sitúan los incoherentes o confundidos creo es lo más adecuado.