Durante los gobiernos conservadores, también estaba la grieta pero no se veía. En la década infame entre el 1930 al 45, tambièn. Pero no se visibilizaba. Estaban los privilegiados y los sumergidos, pero nadie visibilizaba esa desigualdad. Hasta que en 1945 irrumpió un gobierno popular, el peronismo, y puso sobre la superficie esa desigualdad. Alli la grieta también estaba y se hizo mas visible. Peronismo o antiperonismo. Como antes del golpe del 30 lo habían sido los personalistas y antipersonalistas, en épocas de don Hipòlito Irigoyen.
O acaso el bombardeo en la plaza de mayo en junio del 55 no expuso de la forma màs cruel y obscena lo que era esa grieta? Esa contradicción entre los privilegiados y los explotados?
Y el golpe de la llamada Revolucion Libertadora en el 55, ¿no fue la prueba màs cabal que había dos sectores en pugna?. Una mayoría que perdió muchos de esos derechos que habían obtenido durante el peronismo, fueron despojados en poco tiempo de aquellas conquistas y perseguidos. Su líder, proscripto.
Durante la dictadura de Videla, también existìa una grieta pero se la acallaba de la manera mas terrible y tenebrosa. Con la complicidad de medios de comunicación, parte del empresariado y una porciòn de la sociedad (no exenta de cinismo) ejecutaron un plan sistemático de persecución, torturas y muertes. En etapas democráticas, por ejemplo durante el menemismo, o durante el dominio de gobiernos neoliberales parecía que la grieta no existía, pero estaba. Ni hablar durante el kirchnerismo, donde se encargaron de exacerbarla y otorgarle un sentido simbólico a la misma palabra: “la grieta es culpa de los kirchneristas”.
Mao Tse Tung decía que “donde hay contradicción hay lucha”. Hablaba de la lucha de clases. Y la lucha de clases se expresa en lo que ahora se llama la GRIETA.
Como estos, hay infinidad de casos en la historia argentina que podrían encuadrarse como grieta. La diferencia puede ser que hasta nuestros días esa grieta no estaba mediatizada o no se manifestaba cuando los que gobernaron eran gobiernos de derecha o neoliberales. El poder real no la visibiliza mientras no se sienta amenazado. Mientras no lo desafie o no se sienta comprometida su continuidad, no la hace visible, pero està y la utilizan cuando lo consideran oportuno.
En nuestros dias, con tanto machacar mediatico, la construcción de sentido ha hecho que la palabra “grieta” funcione como un elemento de exclusión del otro, del adversario y con un inequívoco destinatario. Entonces, incorporar en los discursos esa palabra, dirigentes prometiendo terminar con la grieta, suena muy bien. Es lo que “la gente” quiere escuchar.
Prometer terminar con la grieta de verdad, en la pràctica significaría terminar con la desigualdad. Pero, NO HAY POSIBILIDAD DE TERMINAR CON LA VERDADERA GRIETA SI NO SE TERMINA CON LAS INJUSTICIAS, CON LOS PRIVILEGIOS DE UNOS POCOS. Entonces, mientras exista esa desigualdad, la grieta va a existir. Visibilizada o no, pero estará ahí.
Y nos lleva a pensar, a inferir, que la grieta, como dice el refrán: “es màs vieja que la injusticia”.