Según explica el ex senador justicialista, el poder político ya había determinado que el destino de Rafecas era el juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N°3 de la Capital Federal. “Allí y no a otro lugar era donde debía recalar, porque allí le sería mas útil al Poder Ejecutivo” subrayó Alasino que también endilga al magistrado el hecho de haber descartado “investigar la connivencia de autores intelectuales con agentes dentro y fuera de la Side”.
El querellante vincula su procesamiento en la causa por las coimas en el Senado a una operación política del gobierno nacional enmarcada en “el fuerte control de los medios de información”, “la demonización de la gestión del anterior gobierno peronista” y “una actividad fuertemente encaminada a construir poder”.
En este sentido, Alasino, entiende que “el señor Rafecas no es extraño a dicha circunstancia”, ya que “hay mucha política en el auto de procesamiento”.
El ex senador destacó que “pasaron muchas cosas anormales, o al menos no habituales” para el nombramiento del magistrado, a quien “se le asignó de antemano, desde el Poder Político, el lugar donde debía recaer”.
Es por esto que Alasino le adjudica a Rafecas haber encubierto los desfasajes entre las distintas declaraciones del “arrepentido” Pontaquarto «cuando debió haberlo procesado por estafador”, indicó. “Todas contradicciones que el señor juez soslayó y en reiterados casos, con su razonamiento, las completó y las perfeccionó soslayando grandes contradicciones minimizándolas como “pequeños desajustes”, destacó Alasino.