QUE PORQUERÍA ES LA ECONOMÍA SOCIAL

Paolo Rocca y Hector Magnetto

Nos hemos permitido parafrasear el título para esta nota porque nos parece oportuno intentar demoler mitos, sobre todo aquellos que pretenden instalar como verdades universales interesadas sentencias destinadas, no al acervo de la sabiduría, sino a la preservación de un modo de organización social que agoniza.

Por estos días hemos asistido a desopilantes espectáculos sociales que dan cuenta del enorme retroceso ético-filosófico al que hemos llegado luego de un periplo histórico signado por el autoritarismo extremo y la represión cultural, que devastó nuestro país reinstalando debates que ya habían sido saldados en la Edad media y que hoy retornan a la luz por la ignorancia de las dos últimas generaciones de argentinos que han sido formados intelectualmente en la excluyente cultura de la bochornosa TV vernácula y los medios hegemónicos, que reemplazaron los saberes construidos y acopiados a lo largo de décadas de docentes maravillosos, saberes que luego fueron luego minuciosamente triturados por los poderosos beneficiarios de un modo de organización social que cada vez marginaliza y expulsa de sus filas a un mayor número de seres humanos a los que intenta doblegar y contener con el auxilio de la ‘Economía Social´’(1) cruel eufemismo que utilizan para maquillar el fracaso irreversible de la actual forma de producir y distribuir los bienes que inexorablemente nos lleva al precipicio.

NO DEBERIAMOS PERMITIRNOS VOLVER A DISCUTIR COSAS SALDADAS EN EL SIGLO XII
Fue escatológico el espectáculo presenciado días pasados en donde una claque de argentinos, ignorantes de lesa ignorancia, salieron a las calles a cacerolear enojados porque el Gobierno Nacional intentó preservar una empresa estratégica, Vicentin, para el interés de todos los argentinos, y quitarla de manos de sus propietarios, una manga de facinerosos y ladrones que estafaron a miles de productores, tomaron por asalto la capacidad crediticia de la producción local con créditos por centenas de millones de dólares, criminalmente otorgados por funcionarios corruptos con la clara intención de participar del saqueo y finalmente llevar los tesoros robados a paraísos fiscales, previamente a hacer un ‘pagadios’ masivo.

Santo Tomás de Aquino ya estableció hace casi un milenio los criterios éticos de la actividad económica y los límites estrictos del derecho de Propiedad, un derecho acotado por el interés público. Y elegimos a Santo Tomás para no ofrecer un flanco dialectico a los diletantes que se escandalizan frente a estas referencias imputándolas de propuestas ideológico marxista/leninista/kirchnerista, referencias que utilizan hasta el hartazgo porque ante la ausencia de conocimientos históricos y filosóficos apelan al anatema barato que, en estos tiempos de ignorancia, paga siempre algún miserable y demagógico rédito.

NO ACORDAMOS CON LOS TÉRMINOS DEL IMPUESTO A LA RIQUEZA
Y nuestra disidencia se funda en que lo cuestionable no es el impuesto propuesto ni su monto (se puede discutir) sino que sea por única vez, cuando debería ser parte de una reforma integral que finalmente instale la equidad fiscal a través de un sistema tributario progresivo, como tienen todos los países del mundo, empezando por aquellos países que admiran los mismos que se ofenden
por el “avance marxista” (SIC) que denuncian por parte de quienes defienden la iniciativa.

La evasión fiscal en Argentina rasguña el 50% del total de los impuestos a pagar, y los responsables de estos delitos no son precisamente los asalariados sino los grandes actores económicos de nuestra economía que seguramente se ríen a carcajadas cuando ven en los medios las protestas sociales de la clase media baja alarmada porque “vamos en camino de ser Venezuela” (SIC).

Para aclarar un poco más le preguntamos al lector ¿Quién paga más impuestos, Ud. o Paolo Rocca el dueño de Techint? La respuesta es: Ud. dado que sus ingresos van a parar (simplificadamente) al supermercado que por cada peso que gasta en él le cobra, el IVA, y prorrateado el impuesto a sus actividades comerciales, a las ganancias, etc., la patente del auto, el impuesto inmobiliario, las
tasas municipales, etc., que en total superan holgadamente el 40% de sus ingresos. Mientras que Rocca, uno de los hombres más ricos de Argentina, triangula sus ingresos entre sus empresas en forma de créditos apócrifos, subfactura sus venta y esconde sus ganancias en paraísos fiscales accionando de modo tal que finalmente no paga un centavo de impuestos y no solo eso sino que acude al Estado (nosotros) para que le paguemos los sueldos a sus empleados por el receso de la pandemia.

En todo caso el 99% de los impuestos a la riqueza que no se les apliquen irán definitivamente a la fuga de capitales como históricamente ha ocurrido y sigue ocurriendo en nuestro castigado país.

¿CUANTOS VECINOS QUE UD. TIENE PAGARÁN EL IMPUESTO?
La respuesta es tan obvia como humillante para nuestro nivel cultural, obviamente la mayoría absoluta de quienes compartimos esta lectura no es amigo personal de ninguno de los que deberán pagar este impuesto. Y esto es porque son una ínfima minoría, perteneciente globalmente al selecto club de los evasores seriales que sumergen al presupuesto público a las estrecheces crónicas que provocan la necesidad de tributos extraordinarios como el que se está discutiendo.

Por todo estos concluimos que el Impuesto a la Riqueza no debería ser un impuesto extraordinario sino permanente y anual y parte de una reforma impositiva integral que reorganice nuestro sistema tributario en un nuevo esquema progresivo y de cobro efectivo y quienes lo evadan vayan finalmente a la cárcel tal lo establece nuestro tragicómico Código Penal.

(1) La Economía es una ciencia social ¿Economía social? (2)
Que la economía sea una ciencia social no significa que exista le economía social. A partir de las cotidianas verificaciones sobre el colapso de la actual organización social, como consecuencia de la difusión de la ideología del integrismo de mercado, que ha consolidado el paradigma de la ganancia como organizador de las relaciones entre los hombres, han surgido diversas iniciativas
que se enmarcan en lo que se ha dado en llamar economía social.

Decir economía social es una tautología, porque es obvio que sin sociedad no hay economía.

Esto en principio no sería preocupante si solo fuese una cuestión semántica, pero oculta un subterfugio que debemos advertir. Si aceptamos que existe la economía social, implícitamente concedemos que existe otra economía, la economía formal, o simplemente la economía, cuyo desarrollo genera ciertas deformaciones que deben ser corregidas por la economía social.

Si incorporamos la economía social al universo teórico de la Economía como una de sus partes, en realidad no estamos colaborando en la construcción de una sociedad mejor, sino consolidando la presente, contribuyendo a perpetuar el actual orden social.

La humanidad se subordina impotente al evangelio del dios mercado que otorga marco conceptual al orden imperante, si se quiere el peor de la historia humana, dado que por primera vez, más de la mitad de los hombres, que no encuentran interesados en comprar su fuerza de trabajo, son excluidos del plan social y librados a su suerte. Finalmente esta circunstancia genera un orden peor que en los tiempos de la esclavitud, dado que por entonces, aunque sea para seguir explotándolos, los amos asumían ciertas responsabilidades como alimentar y alojar a sus esclavos.

Y actualmente no asumen ninguna, salvo la de asignar ciertos fondos, para que algunas personas se dediquen a amortiguar las consecuencias más escandalosas y mediáticas del orden que los beneficia. Todo apañado convenientemente por el sistema político, ávido de administrar recompensas que fidelicen los votantes al poder de turno. El progreso es muy bueno para la humanidad, si alcanza a todos, y perverso si ocurre, como en la actualidad, a cada vez menos hombres.

Desde que, Adam Smith, creyó encontrar el nuevo paradigma social que reemplazaría al de la autoridad al visualizar que la competencia era capaz, al menos en teoría, de conciliar el egoísmo individual (según él, propio de la naturaleza humana) con el interés general de la sociedad, esta propuesta ideológica ha actuado como caballo de Troya para introducir el verdadero leitmotiv que
se instaló y rige la organización social humana: La Ganancia.
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A partir de entonces y hasta el presente, los economistas que no se subordinan a esta revisión teórica, colocándose en una perspectiva crítica, son expulsados de la ortodoxia.

Algunas veces, indulgentemente, al campo de la Economía Social, siendo convocados para actuar como bomberos de los incendios provocados por la economía de mercado.

(2) Extraído de Breve Historia de las Ideas Económicas –GLL- que se puede consultar entre otros sitios web en la biblioteca virtual de la Universidad de Málaga https://www.eumed.net/libros-gratis/2012a/1180/index.htm

 

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