Que les sea leve…

Por Fosforito

Te lo dijeron una y otra vez, lo escuchaste una y mil veces. Quizás también te lo dijiste y se lo dijiste a otros. Cuidarnos es cuidarte. 

Se cerró casi todo durante semanas que parecieron eternas. Nos encerramos puertas adentro con los seres queridos, o solos, o a solas con nuestra mascota, pero sobre todo con la incertidumbre, el miedo y el tedio. 

Bloquearon la ciudad, cortaron el paso de frontera y restringieron la libertad de circular con el argumento de que el virus se mueve con nosotros.

Nos repitieron hasta el cansancio palabras como responsabilidad y solidaridad, mientras nos distanciamos de los seres queridos, perdíamos el trabajo y dejamos de vivir buena parte de la vida que vivíamos antes de todo esto.

Esos gobernantes y funcionarios insolentes, pidiéndonos que tomáramos conciencia social. Justo ellos, los indeseables, los indignos de confianza alguna, hablándonos así, a nosotros los ciudadanos laburantes, probos y libres…

Qué fastidio. 

Sólo una vez en la vida hablé con el actual intendente. Fue cuando todo esta situación comenzaba. Me atendió muy amable, se mostró preocupado, pero todavía se lo escuchaba entusiasta y optimista. Y, hasta la fecha, nunca más volví a hablar por nada y de nada con él. 

No sé qué expectativa habrá tenido cuando se le presentó la oportunidad de ser intendente, pero me animaría a decir que no era exactamente esto…

Ahora se huele en el aire cierta frustración y casi resignación, pero un gobernante no se puede quedar mirando cruzado de brazos. Tiene que actuar o, al menos, hacer que parezca que lo hace.

Pero estos días me he estado preguntando cómo debe ser estar en sus zapatos… 

Tener que tomar decisiones sabias y correctas que conformen a todos en una ciudad tan heterogénea y con tantas carencias.

Entre las presiones por bajar la circulación de gente en las calles, evitar que se sigan disparando los contagios y, a la vez ,considerar a todos los que necesitan moverse, salir a trabajar en diferentes actividades y horarios. 

Las presiones de las empresas que no quieren cerrar por brotes de covid porque aducen que no pueden sostenerse. O las mismas necesidades de muchos trabajadores informales que saben que no les van a pagar un solo día no trabajado.

Entre los “runners por la libertad” y una situación sanitaria compleja, con personal de Salud diezmado por el cansancio y el Covid.

Ante una oposición berreta, desastrosa y con un cinismo descarado que un día pide medidas restrictivas y, al otro día, flexibilizaciones y aperturas irresponsables, siempre pareciendo seguir la lógica de cuanto peor, mejor. Siempre oponiendo y nunca proponiendo.

Entre los gatafloras, los sabelotodos y odiadores que amplían sus voces como un megáfono sólo con tener acceso a Wi-Fi.

Ante tantos imbéciles que hablaban de “infectadura” y reclamaban por libertad en total libertad.

Ante los insensatos y alucinados que ven una conspiración mundial y una mentira articulada desde un enfermero, pasando por un médico italiano, hasta llegar a la OMS y los astutos chinos.

Ante todos los que arremetieron contra cada una de las medidas sanitarias y se enojaron, insultaron y agredieron a quienes intentaban hacer el trabajo de cuidar la salud de la sociedad.

Hoy, mientras termino de escribir estas líneas, Argentina figura en el octavo lugar del mundo en número de contagios (1.304.846 casos. 150.173 son activos ) y el puesto 10 en cuanto a cifras de decesos (35.307). Respecto al índice de mortalidad ocupa el sexto lugar con 768 muertos por millón de habitantes; claro que estas cifras se modifican con el día a día. 

En cuanto a Concordia, los muertos cuentan 16,  de los cuales unos 14 de ellos son de una época no tan lejana, de cuando los casos positivos se contaban en un promedio de 15 a 20 por día. 

Se estima que el 5% de los infectados por el coronavirus requieren respiración asistida. Los respiradores son la última esperanza para la mayoría de los pacientes más gravemente afectados. 

En Concordia hay un total de 39 respiradores (26 en el hospital Masvernat, 6 en el sanatorio Garat y 7 en el Concordia) y unos 4 ventiladores mecánicos para 200 mil habitantes de la ciudad y otros tantos miles de la zona de influencia. 

Redondeo 40.

Y 40 es el 5 por ciento de 800 (supongamos que la ecuación pueda ser algo flexible). El número de personas que cursan de manera activa la enfermedad en esta ciudad -hoy se estiman cerca de 600-  se aproxima, con la propulsión de un cohete a la luna, a esa cifra que preanuncia la tormenta.

¿Será que empezaremos por fin a ver los muertos que algunos tanto han reclamado durante todos estos meses?

¿Los muertos que le puedan poner rostro visible a esta peste fantasma que “los tontos no pueden oler aunque se cague en sus narices”?

¿La espantosa muerte que siempre les devuelve la fe a los incrédulos o la razón a los necios?

Algunos se resignan diciendo que la llegada del virus era inevitable. Tal vez sea cierto, pero no de esta manera tan contundente como un cross a la mandíbula.  

Yo consideraba que lo único inevitable era la muerte y el paso del tiempo, pero ahora también veo la hijaputez irremediable de tantos estúpidos por boicotear los esfuerzos por evitar las muertes evitables… 

Si yo fuera el intendente les diría que ahora vayan a pelarse al campito. Y, si les toca la peste, ojalá que les sea leve.

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