El reportaje es parte de una serie que se dedica a describir las urbes y las formas que van adquiriendo en el mundo. En el caso de Punta del Este The Guardian escribe: "Alquileres astronómicos y cero vivienda pública mantienen apartados a los que tienen de los que no tienen. Incluso las clases medias no pueden mirar ahí".
"Imaginen que Mónaco se mudó a Mali y se podrán hacer una idea: una ciudad geográficamente tan incongruente (Uruguay ocupa el puesto 82 en el mundo en términos de PIB per cápita, dos lugares por encina de Gabón") y tan socialmente homogénea, que parece salida de un cuento de hadas".
¿Pero es ese "paraíso" distópico realmente tan absurdo? ¿O será que Punta se ha adelantado al camino que otras ciudades globales seguirán?
El periodista dedica buena parte de su nota a describir las desigualdades que se pueden ver en la ciudad, para lo cual entrevista habitantes de asentamientos de la zonas como Silsa o El Placer, parte de las "hordas" de personas que dan servicio de todo tipo a los "ricos y famosos" que inundan el balneario en verano. Entre ellos se consigna el testimonio de Sandra y Yino, una pareja con tres hijos que vive en el asentamiento Silsa. Entre los dos ganan $ 35 mil, "lo que está por encima del promedio uruguayo en donde el salario mínimo nacional es de $ 10 mil". Sin embargo, dice el periodista, la concentración de tanta riqueza deriva en que los precios de los productos básicos tales como comida, ropa y medicinas están al nivel o incluso más caros que en Londres.
"A una familia le cuesta unos $ 700 por día alimentar a su familia (…), dice Sandra. "La gente piensa que cuando los turistas se van los precios bajan, pero no es así. Lo único que es barato aquí es la tranquilidad".
En la crónica se compara el fenómeno que se describe para Punta del Este con lo que está ocurriendo ahora mismo en el centro de Londres, "un enclave para los uber ricos" en el que el sistema de vivienda social está siendo desplazado hacia los suburbios. Algo similar sucede en Nueva York, Berlín y Zurich, por ejemplo, todas ciudades "demasiado exitosas para su propio bien", tal como lo señaló el etnógrafo urbano Suketu Mehta.
¿El fin de la ciudadela?
Finalmente el reportaje de The Guardian se concentra en los nuevos desarrollos que lleva adelante el argentino Eduardo Constantini en Rocha, pasando la Laguna de Garzón. De esta manera, "el fin del querido estatus de ciudadela protegida en la arena podría estar ya a la vista", dice el periodista.
La construcción del puente de US$ 11 millones que atraviesa la laguna permite ahora llegar rápidamente a una zona en la que Constantini planea construir 480 residencias exclusivas sobre una zona de playa virgen. "Sin embargo, cualquier noción de que los pobres de Rocha podrán asentarse allí es ilusoria. A un precio de 355 libras por metro cuadrado (los terrenos tienen en promedio 2.500 m2 y no incluyen una casa) el modelo de gueto rico de Punta del Este se repetirá a sí mismo", concluye el reportaje.