Según trascendió, en la reunión de ayer hubo un generalizado malestar por la decisión del justicialismo de avanzar en el tratamiento de la ley que declara la necesidad de la reforma sin esperar la reunión del sábado del congreso radical.
Aunque los sectores reformistas aseguran que siguen siendo la mayoría y que el congreso no corre el riesgo de repetir la negativa rotunda de 2005, nadie puede asegurar que la reunión del máximo órgano partidario no se salga de cauce. Eso es justamente lo que se pretende evitar con reuniones preparatorias como la de ayer, que se repetirá el martes que viene.
También se espera que la mesa del congreso se reúna con los diputados que a mitad de la semana que viene estarían participando de la sesión en la que el oficialismo pretende darle media sanción a la necesidad de la reforma. A esa altura del proceso ya se contará con el proyecto que el gobernador Jorge Busti prometió enviar a la Legislatura el lunes. Se sabrá con precisión el contenido de la reforma que pretende el oficialismo.
La hipótesis sobre la que trabajó la reunión de ayer es que los diputados radicales no votarán la reforma antes del congreso; que si hasta ahora han participado de la elaboración del proyecto lo han hecho a partir de lo que se resolvió en la reunión de Villaguay de hace tres semanas y siempre ad referendum del congreso. Y que, además, ninguno de los legisladores ha manifestado que votará con el oficialismo, aunque en los corrillos políticos se de por un hecho el acompañamiento de más de un diputado radical.
De la reunión de ayer trascendió también una evaluación que hace parte de la dirigencia radical. Dudan sobre la seguridad que exhibe el oficialismo a la hora de sostener que le sobran los votos para lograr los dos tercios en Diputados. “No sé si Busti tiene todos los votos o está jugando al truco”, se le escuchó decir a un dirigente.