Ese discurso, propalado por los grandes medios y cuya cabeza es el oligopolio Clarín, tiene no solo intereses económicos y políticos concretos, sino actores de carne y hueso, los periodistas, que, por la razón que sea, no importa cual, abonan ese relato de la realidad con diferentes improntas y con distintos grados de adhesión y compromiso con ese pensamiento monolítico.
Es obvio que esos periodistas y en el afán de sostener ese discurso, necesitan legitimación social. Es lo que les da seguridad, es con lo que demuestran tener razón. Así medios y periodistas afines levantan, cada mañana, cada tarde, cada noche, el telón detrás del cual aparece un escenario en el que se muestra un país que no es el que ven millones de personas.
Esos periodistas, envalentonados por una “realidad” que aparece como masivamente aceptada, a fuer de aparecer en casi todos los medios de prensa, se animan, cada día a destratar al gobierno. Lo acusan de las peores cosas, desde ser un gobierno “corrupto”, hasta emparentarlo con Hitler calificándolo como “peor que una dictadura”, pasando por anunciar reiteradamente debacles económicas que terminarán con un pueblo hambriento.
Finalizado el día, el hombre común, la mujer acostumbrada a ser castigada desde hace años por gobiernos que no daban pié con bola o corruptos hasta la médula o ambas cosas, comenzaron a sentir que el relato que escuchaban ahora no coincidía con la realidad, al menos, no con la suya.
Si había sido víctima de la dictadura sabía que este gobierno hacía lo que pocos para castigar los crímenes de lesa humanidad ; si integraba uno de los casi 2 millones de nuevos jubilados sabía que formaba parte de ese sector gracias a la decisión política de esta administración ; si había tenido militancia de izquierda o centro izquierda comprendía que muchas de las cosas por las que había luchado, las estaba concretando este gobierno, la re estatización de AFJP ; asignación universal por hijo, entre otras ; si era un trabajador calificado no se le pasaba por alto que, con este gobierno volvieron las paritarias y el debate igual a igual por los salarios con el patrón y si era un libre pensador festejaba que, por fin, los grandes temas de la política habían vuelto a formar parte de la vida de los argentinos.
El punto era que, a pesar que comprendía que esto era así, sentía la rara sensación interior de emparentarse con una verdadera mierda. Todos o casi los medios y periodistas le hacían saber, cada día, que Ud. estaba apoyando a una feroz dictadura, a un antro de corruptos incalificables, a un gobierno que nos llevaba al peor de los abismos.
Ergo, Ud. también era un ser despreciable igual a lo que estaba apoyando.
¿ Cómo podían esos periodistas pensar que sus mensajes diarios iban a quedar así, que las cientos de miles de personas no iban a reaccionar luego de sentir que agredían a cada hora su inteligencia, su honradez, su ideología ?
Es en ese marco que apareció el programa de la TV pública 6,7,8. Mal que les pese a sus detractores, representó sin duda, una bocanada de aire fresco para esos millones que se sentían estúpidos, corruptos y mala gente. De allí las manifestaciones multitudinarias convocadas sin otro método que el boca a boca o la comunicación alternativa de facebook, o sea, nada, si se piensa en la contracara, que era y es el bombardeo constante de la radio, la tv y los diarios que día a día se encargan de recordarle a los simpatizantes del gobierno que son “la mierda oficialista”.
No hacían falta funcionarios crueles, ni brutales políticos K, para que comenzaran a aparecer en las manifestaciones carteles con las imágenes de esos periodistas que cada mañana se encargaban de hacer sentir a todo aquel que no pensaba como él que era un imbécil por no darse cuenta de lo que era tan obvio.
Con gusto la gente armaba esos carteles con dólares en la boca de periodistas, era una forma de devolver la agresión tantas veces sentida.
Nadie puede reivindicar este hecho, eso es lisa y llanamente una forma de impedir un pensamiento libre, tanto como decir que “esta saga puede terminar con un muerto” si así lo decide el gobierno, como se le ocurrió decir a uno de los periodistas estrellas de los multimedios.
VICTIMIZARSE Y METER MIEDO NO VA MAS. ES HORA DE FRENAR
Si a mucha de esa audiencia le resulta/ba hartante escuchar el discurso descalificador y anti gobierno, mucho más insultante y violento es oír, ver o leer que “esta saga puede terminar con un muerto” o ver la tapa de una revista que muestra a Kirchner con el uniforme nazi o que este gobierno genera miedo y “es peor que una dictadura”.
Es ese discurso que vincula al gobierno con sangre, violencia, persecución, represión al periodismo y muerte.
¿ con que podrían estos periodistas sostener esas expresiones de tan alto voltaje ?
Cuál es la lista de periodistas asesinados por orden del gobierno, desde el 2003 o la de los periodistas secuestrados y torturados, desde la misma fecha, de periodistas detenidos a disposición del Poder Ejecutivo, sin causa ni proceso, desde que el kirchnerismo gobierna ?
Alguno de ellos acaso podría mostrar una lista de periodistas obligados a exilarse o de quienes en este tiempo sufrieron atentados contra su vida como represalia por su labor profesional ?, que José Luís Cabezas pueden exhibir ?
Más aún, cuántos han sido los diarios y revistas clausurados desde el 2003, por publicar artículos contrarios al gobierno o denunciar hechos de corrupción o cuántos los libros escritos por periodistas de investigación, han sido censurados y sacados de circulación desde el 2003, por poner de manifiesto la corrupción del gobierno o los canales de tv?
Más aún, habría que preguntarle al miedoso Luís Majul o al precavido Joaquín Morales Sola que publiquen la lista de periodistas que purgan condenas de cárcel por desacato, injurias o calumnias y sino, que digan que fue este régimen que tanto miedo les genera el que derogó esas leyes y que fue el único que cumplió con ese compromiso internacional asumido y nunca antes cumplido.
Las imágenes de Hitler, de las dictaduras, nos remiten inevitablemente a represión brutal a asesinatos, a desapariciones forzosas, a cárceles, persecuciones, atentados.
En fin, tales expresiones no debería menos que generar un rechazo absoluto de parte de cualquier periodista (que se supone informado) por brutalmente mentiroso.
La mayor represión protagonizada por este gobierno fue cuando la Gendarmería alzó a upa al piquetero Alfredo De Angeli que mantuvo cortada la Ruta 14 por más de 100 días, provocando zozobra y desabastecimiento en la población, así como un clima ahí sí, de verdadera crispación social.
Tal movida, se sabe hoy, no tuvo una razón mayor que la de impedir que el gobierno les cobre un poco más en virtud de las ganancias extraordinarias que obtenían con el fabuloso negocio sojero.
En este marco y para no abundar, porque argumento es lo que sobra, habría que pedir, ya no esos periodistas, sino a la sociedad, madurez y humor para sobrellevar el momento. La mejor actitud sería la de comprometerse e impedir que se siga mintiendo burdamente, pero si no se está dispuesto a eso, hay otras alternativas.
Entre ellas, otro buen aporte a la construcción de ciudadanía es seguir aprendiendo.
No enroscarse en el denunciometro y aprovechar este momento de profundo debate para aprender, lo más que pueda.
Aprender cómo funciona esta sociedad y sus principales protagonistas.
Vale decir que, desde el conflicto del campo hasta acá pareciera que, como sociedad hubiéramos hecho varios cursos intensivos de las más variadas carreras y debemos persistir en esa línea, seguro que terminaríamos siendo mejores ciudadanos, al menos más preparados e informados para hablar de los temas importantes.
Ya conocimos como funciona el negocio del campo, en especial el sojero, seguimos con la economía, con la acumulación de reservas en el Banco Central y sus implicancias, los motivos de la inflación, aprendimos como funcionan los mecanismos legislativos, cursos acelerados de la historia más reciente con los archivos de tiempos de la dictadura militar, los cómo de las apropiaciones, el papel de la prensa y por último y para no seguir incorporando datos sobre los nuevos conocimientos adquiridos, el profundo poder del cuarto poder.
