Se trata de la Jefatura de División del Control de Tercerización, establecida por el decreto Nº 069/2004, de fecha 14 de enero de 2004. En ella se designa a Néstor Fabricio Juliá (DNI: 18.514.644, clase 1967) como titular de la repartición. Si bien el decreto no especifica cual es la tarea que debe cumplir, Miranda puntualizó que debe estar “especialmente avocado a seguir todo lo que tiene que ver con elementos u organismos que han sido tercerizados o privatizados”.
Como ejemplos citó el caso de las termas, del Hostal del Río, y el Campo del Abasto. “Hablé con un ex-secretario de esta gestión y me dijo que efectivamente, este hombre tiene por función controlar todo lo que es privatización”, añadió.
Wdowiak había señalado en diciembre pasado que iba a presentar este año un proyecto porque es necesaria un área específica de seguimiento de concesiones debido a que “como algunas dependen de distintas secretarías, generalmente no se termina definiendo quien es el responsable del seguimiento de las mismas en virtud de que existen otras tareas”.
El edil vecinal dijo que, entre otras cuestiones, el órgano de control de concesiones debería encargarse de controlar la vigencia de los seguros al día a los efectos de resguardar las posibles responsabilidades del municipio en el caso que se produzca algún accidente. “En virtud de no existir una área específica, tampoco hay alguien que controle si realmente esto se está cumpliendo o no. En toda concesión existe un contrato y obligaciones que deben cumplir los concesionarios”, señaló.
Miranda dijo que la “Jefatura de División del Control de Tercerización” nació por ordenanza. “Es la misma que este concejal votó a principios de su gestión modificando lo que era la orgánica de la gestión anterior”. En esa orgánica se establecen, entre otras cosas, la cantidad de secretarías del municipio. “Hay que recordar que Orduna tenía seis más la Fiscalía de Estado. Cuando vino Cresto, modificó la ordenanza y hoy son cuatro secretarías sin Fiscalía de Estado municipal”, agregó.
El ex-concejal no se explica como a Wdowiak, quien además de concejal es abogado, se le pasó por alto la ordenanza. “A mí me hace acordar lo de Wdowiak cuando éramos chicos y nos mandábamos algunas macanas con nuestros padres, y en una especie de autopenitencia tratábamos de hacer las cosas bien durante un tiempo para tapar esa macana”, finalizó.
