Este martes a las 23.30, una nueva emisión de La Liga se ofreció un informe sobre los efectos que en la salud de las poblaciones rurales genera la «sojización» del campo argentino. Con este objetivo, un equipo de Cuatro Cabezas viajó a Rosario del Tala, Basavilbaso y Gualeguaychú, mientras otra parte reflejó lo que pasa en Santiago del Estero.
La temida «sojización» del campo argentino es un hecho. De acuerdo con los cálculos, en la próxima campaña, que comenzará en septiembre, por primera vez la producción de la oleaginosa representará más de la mitad de todos los cultivos realizados en la Argentina. La tendencia se apuntaló con la baja internacional de los precios de los granos, que convirtió a la soja en el menos riesgoso a la hora de invertir, más allá del fracaso del gobierno en el proyecto de ley que impulsaba una suba en las retenciones, lo que no iba a remediar nada. Los especialistas temen que el reinado definitivo del «yuyo» (según lo definió la presidenta Cristina Kirchner) reforzará la concentración de los pools de siembra y perjudicará a los pequeños y medianos productores.
Las grandes extensiones con cultivares llegan a ocupar las banquinas de los caminos y rutas, y se los observa hasta casi los límites de los poblados rurales y pequeñas localidades del interior. Estas plantaciones son sometidas con frecuencia a las aplicaciones de herbicidas e insecticidas, las que se realizan desde avionetas o máquinas terrestres pocas veces controladas, como mostró el programa.
La Liga mostró, este martes, el dramático testimonio de un ex fumigador de Basavilbaso, arruinado físicamente y psicológicamente por los efectos de los herbicidas. También reflejó la angustia de vecinos del departamento Tala y las consecuencias que padecen a causa del glifosato, como malformaciones genéticas y enfermedades respiratorias. Lo más insólito fue el testimonio del líder ruralista y ‘ambientalista’ gualeguaychuense, Alfredo De Ángeli, que exigió que un «experto» demuestre que el glifosato contamina para entonces sí dejar de usarlo. Un argumento absolutamente opuesto al utilizado por la Asamblea ‘Ambiental’, por cierto.