Aparentemente, un vecino que tomaba mate a las 7:30 frente a su vivienda, observó sobre la vereda de la casa contigua a la suya «un bulto» que llamó su atención, pero inmediatamente se constató que en realidad se trataba del cuerpo totalmente ensangrentado y sin vida de una mujer. Era Olga Zárate.
El barrio se conmocionó ante la trágica noticia y la policía se hizo presente en el lugar, al igual que el médico forense, quien constató que la mujer presentaba una herida de arma blanca a la altura de la carótida, lo que le habría provocado la muerte inmediata.
En tanto, al ingresar el personal policial a la vivienda, se enfrentaron a un cuadro terrible y desgarrador, ya que sobre una cama yacía el cuerpo sin vida de una pequeña, de tan solo cuatro años de edad, hija de Zárate.
Por lo que se supo entonces, los cuerpos de ambas víctimas presentaban además evidencias de haber sido golpeados duramente.
Por otra parte, un niño de seis años, que al igual que la niña era hijo de Zárate y de José Arrieta (este último con domicilio en la provincia de Córdoba), fue hallado sobre una cama con dos profundas heridas: una a la altura del cuello y otra en una de sus manos, reponiéndose tras las atenciones de los facultativos.
La policía, desde el primer momento buscó a Sergio Víctor Almada. Con ese motivo se allanaron dos domicilios de familiares del entonces sospechoso, donde se secuestraron importantes elementos que lo comprometieron en la causa. En una de esas viviendas los agentes detuvieron a Almada. En tanto, en el dormitorio de la víctima, fue hallado un cuchillo con mango de madera. Era el arma mortal.
El tribunal que dictaminó condena estuvo integrado por los doctores Marta Amaduzzi, Miguel Giorgio y Carlos Larrarte