Hoy se dice -y estoy de acuerdo- que uno de los grandes problemas que aquejan a las sociedades modernas es la desigualdad, esto quiere decir que hay muchos que tienen poco y pocos que tienen mucho.
Siempre sospeche -y sospecho- que existe un relación directa entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada, ósea que esta situación de no tener nada es consecuencia directa o indirecta de la avaricia de unos pocos que tienen mucho.
Más allá de mis opiniones, creo que la desigualdad es una realidad avalada por datos serios y duros, expuestos científicamente por gente seria que los respalda y también creo que el problema esta no sólo en develar esta situación, sino también en develar las consecuencias que estas desigualdades generan en las sociedades en general y en la nuestra en particular.
Una de las consecuencias sin duda de esta desigualdad, es que mucha gente queda fuera del sistema, esto en lenguaje criollo es que la gente víctima de la desigualdad, no accede a servicios básicos como la salud, la educación, la vivienda digna, el agua potable, etc.
Así es normal observar solo con salir de los bulevares de la ciudad, gente viviendo en los barrios con infinidad de necesidades, sin acceder a servicios básicos y sobre todo sin perspectiva de que esta situación pueda mejorar para ellos. Muchas personas con anhelos de progresar, muchos jóvenes con deseos de mejorar, estudiar capacitarse, conseguir un trabajo digno, miran resignados con la “ñata contra el vidrio” como unos pocos disfrutan del festín a costilla muchas veces del sudor de ellos.
EL PODER PUNITIVO, SU SELECTIVIDAD Y LOS MEDIOS DE COMUNICACION.
Podemos definir al poder punitivo en términos generales, como la potestad que tiene el estado de ejercer el control social, este poder es otorgado al estado por los ciudadanos en pos de una posible convivencia en sociedad.
Para tratar de poner un ejemplo aclarativo y práctico: en caso de que alguno de nosotros sufra una acción perjuiciosa, (ejemplo, un robo) no podemos resolver la situación por nuestras manos (aunque ganas a muchos no le faltan), sino que tenemos que llamar al poder judicial (denuncia en una comisaria) y este dará intervención a la policía que es su brazo armado, ejecutor administrativo, quien buscara, encontrará al ladrón, tal vez las cosas robadas y, oportunamente, el juez resolverá el conflicto por nosotros, aplicando una pena si corresponde y si se demuestra que el supuesto ladrón hizo lo que se lo acusa.
A esta actividad jurisdiccional, que ejerce este poder, se le suma otro elemento de gran importancia, que es el bombardeo de los medios masivos de comunicación con noticias las 24 hs. mostrando a los ciudadanos de bien, imágenes de personas cometiendo delitos, generalmente burdos, muchas veces violentos, generando así un estereotipo de delincuente, (casi siempre un pibe de gorra y ropa deportiva de barrios periféricos.)
Ahora bien este poder punitivo, que está conformado por distintas agencias gubernamentales como son los juzgados penales, las fiscalías, la policía, quienes ejercen este poder punitivo actúan, en la mayoría de los casos, con ciertas preferencias selectivas hacia este grupo de personas.
Así pues las personas que caen bajo la mira de este poder punitivo la mayoría de las veces forman parte del grupo de excluidos, caídos del sistema, víctimas de las desigualdades y falta de oportunidades, para decirlo en simples y contundentes palabras, las cárceles en el mundo, en Argentina y en Concordia están llenas de pobres.
Para hacer un ejercicio reflexivo demostrativo, los invito a pensar esta pregunta, ¿Cuántas veces vemos en la televisión que un empresario cayó preso por no realizar los aportes de los trabajadores, o vemos la foto de un poderoso banquero esposado entrando a un patrullero por haber sido responsable de una estafa que dejo a miles de personas sin trabajo? La respuesta es nunca.
Así pues los medios nos muestran al delincuente y el aparato compuesto de agencias especializadas, encargado de aplicar el poder punitivo, condena selectiva y exclusivamente a las personas excluidas que se revelaron o se salen del carril aplicándole siempre las más severas sanciones del código penal.
Quiero que quede claro que esta nota no tiene intenciones de justificar conductas delictivas de nadie, sino más bien tiene la intención de develar situaciones injustas, desiguales y por sobre todo que las personas que manejan los hilos de la marioneta, sepan que no somos tontos.
Que, por último, la gente sepa que los pobres que comenten delitos nunca escapan de la tela de araña del poder punitivo, aunque en los ciudadanos quede siempre un sabor de impunidad. Sepan que esa tela de araña, desde hace mucho tiempo, está rota, llena de grandes agujeros que nadie los muestra.
