Los lesionados fueron derivados a centros asistenciales. Dos de ellos al Hospital Urquiza y el restante a la Cooperativa Médica. Todos sufrieron lesiones, pero mientras uno de ellos perdió un ojo y corre el riesgo de perder el otro, otro deberá ser derivado a un centro de mayor complejidad y el tercero está fuera de peligro.
Los jóvenes tienen 18 años. Dos de los chicos, de apellido Gaillard y Vega, son primos entre sí. El tercero es un amigo, con quien volvían de su salida del sábado. Al abrir el portón de chapa para ingresar a la casa del primero de ellos -una modesta propiedad ubicada sobre calle Hernández al 670- hallaron una caja con una esquela, y al intentar abrirla se produjo la violenta explosión. Uno de los vecinos dijo a Miércoles Digital que la explosión fue «tremenda, desde mi casa pensé que había volado todo el barrio. Las casas vecinas temblaron».
Los efectivos de la Comisaría Primera -ubicada a pocas cuadras de allí- llegaron prácticamente de inmediato, al igual que los Bomberos. Se dio intervención al Juzgado de Instrucción número 1, a cargo de la doctora Marta Cristina Bonifacino, quien en la mañana se apersonó en varias ocasiones. No trascendió aún el contenido de la esquela que estaba adherida a la caja, pero ya comenzaban a correr las versiones entre los vecinos. Lo que está claro es que en esta ocasión, a diferencia de los hallazgos de granadas y municiones producidos poco tiempo atrás, no está la mano del azar, sino de una intención homicida casi sin antecedentes en la zona.
«Está claro que es un atentado, no un accidente» dijo un oficial presente en el lugar. «Hay que armar el rompecabezas, pero es evidente que era una trampa, un cazabobos, pensado para hacer mucho daño, quizás para matar».