Para recapitular: el año pasado, el fiscal federal Gerardo Pollicita decidió impulsar la denuncia de su colega (con razón a partir del trauma nacional que causó la muerte de Nisman).
El juez Daniel Rafecas no pudo discernir ninguna conspiración secreta en un memorándum de entendimiento con Irán firmado públicamente en Etiopía y aprobado por ambas cámaras del Congreso. El juez federal — uno de los más rescatables del fuero — percibió contradicciones flagrantes e irregularidades que, en otro contexto, habrían impulsado una investigación acerca de las verdaderas motivaciones de una denuncia con claros signos fraudulentos.
La decisión de primera instancia fue apelada ante la Sala I de la Cámara Federal, que la ratificó por dos votos contra uno. Uno de los camaristas calificó la denuncia del fiscal como la obra de un ilusionista y, una vez más, el desmerecimiento dejó la labor de Nisman bajo sospecha.
Finalmente, el fiscal ante Casación Javier De Luca desistió del recurso porque razonó que las decisiones políticas y diplomáticas de un gobierno elegido jamás podrían ser tema para la justicia penal, entre otros motivos. Una jueza de Casación aportó otros argumentos para el archivo definitivo del expediente.
La DAIA y Moldes no son actores inocentes en esta trama. Ambos dejaron su activismo de lado en el juicio por el desvío de la investigación del atentado que se lleva a cabo hace un año. La denuncia por la inacción de la DAIA y Moldes proviene nada menos que de organizaciones de familiares del atentado, actores primordiales que sólo son dejados de lado a raíz de los intereses inconfesables que rodean el expediente.
Parece escandaloso que quienes desisten de apelar decisiones que favorecen a personeros del menemismo en un expediente que puede lograr algún avance en la causa AMIA, como marcan los familiares, se muestren hiperactivos para llegar al mismo pantano que hace un año. No se trata de un concurso de azar que pide "seguí participando" sino de una de las causas más serias de la historia argentina.
Contra toda esta maraña de operaciones, sobresalen hechos demasiado reales y trágicos: hubo sendos atentados terroristas contra la Embajada de Israel y la AMIA que costaron más de 100 vidas; ataques que siguen impunes gracias a una sucesión de investigaciones fraudulentas. En todo caso, si hay que acusar a funcionarios kirchneristas, que sea por su íntima colaboración, durante ocho años, con el fiscal Nisman, a través de los oscuros agentes de Inteligencia de los que se valieron.
