La Tapera se denominó al lugar donde se “fraguo” un enfrentamiento cometido el 25 de septiembre de 1976, cuando aproximadamente a las 0:30 hs. un grupo de más de cincuenta efectivos de las Fuerzas de Seguridad, Policiales y Militares, asesinaron, acribillando a balazos, a Carlos José María Fernández y a Juan Alberto “Beto” Osuna al abrir fuego sobre una vivienda ubicada en calle Rondeau 1396 de la ciudad de Paraná. Previamente, los mismos asesinos los habían dejado, inconscientes y atados a una silla, luego de torturarlos salvajemente en el Centro Clandestino de Detención que funcionó en el Escuadrón de Comunicaciones Blindado II de Paraná.
Tal hecho fue groseramente enmascarado de enfrentamiento, aunque la vivienda mostraba más de trescientos impactos de proyectiles de todo tipo y calibre, por quienes se adjudicaban el poder para disfrazar frente a la comunidad los crímenes de lesa humanidad que se estaban cometiendo.
Carlos José María Fernández había sido secuestrado el 4 de septiembre de 1976 de la Fábrica COEGO Hnos. en Teodolina, provincia de Santa Fe, por cuatro individuos que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal, hecho que fue visto por varios compañeros de trabajo.
En tanto que Beto Osuna, trabajaba en la Dirección de Catastro de la provincia, su familia supo que estuvo detenido unos días en Santa Fe o en Santa Tomé, antes de ser trasladado al Centro Clandestino de Detención del Escuadrón de Comunicaciones.
“De esta farsa dan cuenta los artículos periodísticos publicados el día 26 de septiembre de 1976 en los diarios La Capital de Rosario, Clarín, Nación y La Opinión en los que un comunicado oficial relata el simulacro de enfrentamiento producido en la casa en circunstancias en que se realizaba un allanamiento”, indicaron los denunciantes.
A raíz de las mencionadas publicaciones la esposa de Fernández, Rosario Dora Taganone se presentó en el Comando de Ejército de Paraná donde le comunicaron que los cuerpos de los subversivos habían sido enterrados en el Cementerio Municipal de Paraná en la Fosa Nº 71. En el Cementerio le informaron que no podían darle mayores datos ya que los cuerpos “no estaban identificados”. Fernández aún permanece desaparecido.
Por su parte la hermana de Osuna, Graciela Osuna, fue a hablar con Juan Carlos Ricardo Trimarco y al preguntarle sobre el paradero de su hermano, aquél sacó un mazo de fotos seleccionando una dijo “Éste es tu hermano”, y cuando ella se lo confirmó le dijo “Déjate de hinchar las pelotas porque te vamos a hacer boleta a vos también. Está muerto, y déjate de joder.” También le dijo que había sido enterrado en el cementerio sin precisarle el lugar.
Por averiguaciones la familia pudo enterarse que en la fecha más o menos de la noticia llevaron, con autorización del Comando, al cementerio de esta ciudad dos cuerpos: uno grande y otro chico, que los largaron desde arriba para no bajar las escaleras con un tobogán de madera que improvisaron. Que la fosa podía ser la Nº 74.
Estos hechos tienen que ver con el método que utilizaba el terrorismo de Estado haciendo pasar por supuestos enfrentamientos el asesinato de personas que previamente habían sido secuestradas, alojadas en Centros Clandestinos de Detención y torturadas, para luego ser cobardemente asesinadas y de esta forma “blanquear” los crímenes y ocultar el plan gubernamental clandestino de exterminio de personas, paralizando por el miedo y el terror a la sociedad con supuestos hechos de guerra que nunca existieron.
Hoy después de 30 años de los crímenes de lesa humanidad cometidos impunemente y a 23 años de democracia, se hace necesaria hoy más que nunca la investigación de hechos como los de La Tapera y del juzgamiento de los responsables de la Desaparición Forzada de Personas.