POLITICA Y MEMORIA

Veamos, la vuelta al Estado de las AFJP ¿ que significó ?, significó que el Estado, no los K, le birlaron un negocio multimillonario a un minúsculo grupito del capital financiero que, con el dinero de los jubilados, obtenía pingues ganancias ofreciendo escasos beneficios ; Las retenciones móviles a las ganancias extraordinarias de la soja ; un Banco Central ligado a la economía nacional y un poquito más lejos del poder financiero ; la ley de medios que intenta desmonopolizar la información y acercarnos más a la diversidad ; la negativa a que el FMI maneje nuestra economía y la potente imagen de recuperar Aerolíneas Argentinas, son acciones de la política económica que explican por si solas el odio de la clase social que viene acumulando ganancias extraordinarias desde el rodrigazo (1975) hasta la actualidad, sin que nadie haya querido o podido ponerles coto. Habría que agregar que tales medidas precedieron o forman una unidad con la incorporación de más de 2 millones de jubilados al sistema y de casi 4 millones de chicos a través de la asignación universal por hijo, poniendo de relieve a sectores a los que el Estado ausente de los 90, había abandonado a su suerte.

Pero como esto ya será historia, es interesante resaltar el otro dato duro, la política. Esta clase social acostumbrada a los privilegios y la impunidad, había logrado el cenit en tiempos de Menem, cuando al fin, pudieron convertir a la política en mierda y a los políticos en menos que eso.

Recordemos que por esos años, lo importante era la economía (que definían ellos), la política solo servía para sostener sus dictados (ramal que para, ramal que cierra, pobres hubo siempre, etc). A cambio, el establishment, permitía el enriquecimiento ilícito de quienes habilitaban sus negocios. Menem y ellos lo hicieron, alejaron al pueblo de la política, es decir, de la única herramienta con la que cuentan las sociedades para mejorar su situación.

Mal que le pese a aquellos que por oportunismo u otros intereses han decidido enrolarse en el partido de la oposición a todo, fue este gobierno quien logró revertir esa suerte de país bananero donde política era sinónimo de choreo, enriquecimiento ilícito, cuentas secretas en paraísos fiscales y mucho lifting en los culos de quienes robaban para la corona sin rubor. Por más que intenten reforzar la idea de las carteras caras, el botox, el abultado patrimonio de CyNK, así como algún funcionario corrupto, lo saliente no es eso.

Suena raro entonces que los partidos y dirigentes populares no perciban que la discusión política volvió a ser relevante, a provocar pasión, interés. Que no cuiden este tesoro que implica estar aprendiendo de nuevo que la sociedad no está integrada por “la gente”, sino por clases sociales con intereses específicos que luchan por alcanzar lo que se proponen. Debimos rea prender que esa lucha no es neutra, que produce ganadores, perdedores, crisis y tensiones y que la sociedad ideal en la que todos queremos lo mismo no existe, salvo para los farsantes que nos quieren hacer creer que este gobierno se pelea “con todos” de intolerantes y maquiavélicos que son.

No es difícil comprender que el empresario que siempre quiere ganar más, no tenga problemas con sus trabajadores que pretenden mejores sueldos. Es obvio que los intereses de unos y otros confrontan, son distintos. Tanto como el país que pergeñan unos y otros. El punto es que convivan, se respeten mutuamente y que haya un Estado que los obligue a respetarse a través de leyes, paritarias, negociaciones, en fin, las herramientas que se utilizan en una sociedad civilizada.

Que haya un Estado dispuesto a poner las cosas en su lugar, impidiendo la explotación, la burda evasión previsional y las cooperativas truchas que, como en el caso de Concordia, son actores principales de una súper explotación de trabajadores. Es un contrasentido que personas que trabajan deban recurrir a planes del Estado para subsistir o para superar la línea de indigencia o pobreza. Acabar con trabajadores por debajo del nivel de pobreza y punto final al Estado bobo que termina subsidiando a inescrupulosos empresarios por diferentes vías. Aún falta mucho para lograrlo, de ahí la importancia de acentuar todo este debate.

Porque es tan cierto esto del trabajo en negro como que la situación laboral ha mejorado sustancialmente si la comparamos con lo que ocurría hace años. Sin duda que debemos ubicarlo como una tarea pendiente de este gobierno, especialmente en Entre Ríos, donde se debe avanzar y cuánto antes si pretende quedar librado de sospecha o complicidad.

Pero claro, cualquiera puede comprender, si se lo explican y no se lo esconden, que a la clase social acostumbrada a hacer y deshacer al país, desde hace años, no le gusta que aparezca la política, un gobierno elegido democráticamente a través de elecciones libres, que le ponga límites. Este es el punto y esto es lo que no se entiende de aquellos partidos de raigambre popular que, en vez de profundizar esta línea de debate, hacen aparecer (repitiendo el discurso berreta del “hacen caja” o el “se roban la plata de los jubilados”), como que todo se trata de una jugada turbia, menor y de fines inconfesables. ¿ a quienes les conviene que la sociedad repita esas estupideces ? a la política, a una ciudadanía plena, al republicanismo, seguro que no.

Quien puede negar que fue durante los 6 años de este gobierno donde los trabajadores ya no reclamaban solo un trabajo mientras callaban injusticias para impedir que alguien del ejercito de desocupados ocupara su lugar. Una cosa sucedió a la otra, bajaron la tasa de desocupación y volvieron las paritarias y la disputa por un lugar en la distribución de la riqueza ; se llegó al 6 % del PBI destinado a la educación (vieja pretensión docente), se incorporaron al consumo 6 millones de personas, o sea, los sectores que antes estaban fuera del sistema y eso, simplemente, es dinero, dinero del Estado que, de algún lado tiene que salir ¿ de donde ?.

Aquí está el problema, la sociedad, cuando alcanza entidad ciudadana, es decir, cuando la política está integrada a su vida cotidiana, comienza a debatir sobre las cargas impositivas y la justeza de las mismas. En otras palabras, comienza a preguntarse por ejemplo ¿ porque las transacciones financieras no pagan impuestos y, en cambio cobran el impuesto al cheque ? o ¿ porque los dueños de la tierra pagan tan poco de impuesto inmobiliario rural por hectárea ?. Por caso, los lectores de este diario lo recordarán. En estas mismas páginas hicimos varios informes sobre el tema y contábamos que una casa de apenas dos habitaciones cuyo propietario podía ser un jubilado, pagaba más que el dueño de un campo de 100 hectáreas en esta provincia. Pensemos entonces cuanto pagan aquellos que tienen 20, 50 100 mil hectáreas, en un país donde no existe el impuesto a la renta potencial de la tierra. O, a números de hoy pensar que con solo cobrar el 1 % a las transacciones financieras, se recaudaría el dinero suficiente para soportar el gasto de la asignación universal por hijo que, no solo incorporó al consumo a millones de personas sino que se trata de niños que deben ir a las escuelas y por tanto, formarse, capacitarse, para dejar de ser rehenes de quien sea.

El punto es que quienes realizan transacciones financieras o poseen 100.000 hectáreas de campo eran y son, a su vez, dueños de los medios de comunicación a través de los cuales nos informamos y formamos, financian a candidatos de la política que pueden ser ellos mismos porque, a su vez, desde ese lugar pueden controlar a los 3 poderes del Estado, es decir, terminan siendo los dueños del país.

Entonces no es de extrañar que esos sectores que se sintieron, se sienten y pretenden seguir sintiéndose los dueños del país, se enfurezcan cuando desde la política se les quiere poner algún coto, mínimo, como es el caso de este gobierno, pero coto al fin.

Estas y algunas más, son las razones por la que resulta difícil comprender por que militantes de partidos populares permiten el uso y abuso que los poderosos hacen de sus dirigentes. Es difícil no darse cuenta que esos dirigentes son, para el poder, lo más, cuando logran el cometido de obturar políticas públicas como impedir la designación de una funcionaria como Marcó del Pont pero que, cuando no lo logran, los hacen ver como un conjunto de inservibles e incapaces en los que no se puede confiar. De hecho, el canal de sus amores (TN-13), el que los promociona como nadie, apenas no lograron el quórum para conseguir el desfinanciamiento del Estado nacional, comenzaron a adelantar en sus programas que iban a contarle a “la gente”, cuánto cobraban los senadores, entre dietas y me llevo. O sea burda extorsión, hacerles saber que son lo más, en tanto hagan bien los mandados y que si no, se atengan a las consecuencias.

Es triste observar cómo quienes debieran defender la política, se prestan al juego perverso de desprestigiarla. Lo mismo va para el gobierno cuando, para lograr cometidos, incluso reivindicables, realiza alianzas con personajes que mejor olvidar.

En todos estos casos, la que pierde es la política con mayúsculas, es decir, los ciudadanos.

Cualquiera de uds lectores, deben tener amigos y conocidos e incluso ex compañeros de alguna de las tantas luchas que se han librado en este país que cuentan lo difícil que les resulta o resultaba defender a este gobierno en reuniones familiares o de amigos. Que cuando lo intentaban fueron atacados como desconocidos y que, finalmente optaban por guardar silencio y que, por lo general, salían de cada contertulio con una sensación amarga.

Esto es lo que la historia seguramente no podrá explicar, es que los difusores del odio no fueron solo los sectores pertenecientes a esa clase social a la que hacíamos referencia más arriba y que está integrada por los dueños de la riqueza y de los medios de producción, o sea, de quienes se apropian de las ganancias producidas por el trabajo de otros. Lo que resultará difícil entender es porque quienes más se enfurecían eran quienes no tenían demasiadas cosas que reclamarle a este gobierno, más bien todo lo contrario.

Azorados, los valientes que se animaban a salir del corral, cuentan la furia con la que le respondían sus contertulios cada vez que los confrontaba con sus situaciones personales y lo bien que les había ido en estos años. La respuesta era siempre la misma. Que a ellos les podía ir bien pero preguntaban si yo no me daba cuenta de la cantidad cada vez mayor de pobres, indigentes y no se cuanta calamidad más. La verdad, esos amigos se manifestaban sorprendidos, pues decían, era gente a la que nunca las había escuchado hablar con tanta preocupación y vehemencia por los pobres. Les parecía bárbaro esa nueva visión de la sociedad, de modo que entonces querían compartir los logros sociales de este gobierno, e incorporaban al debate cuestiones como la asignación por hijo o las jubilaciones. Terminaban arrepentidos y ya sin ganas de seguir hablando pues, acababan de hablar de los pobres con preocupación y de ahí pasaban a llamarlos negros de mierda a los que este gobierno los compra por una galleta y por su culpa la gente de bien nunca íbamos a poder tener un país en serio.
En fin, a que grupo de ciudadanos cree Ud que absolverá la historia?

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