Pobres hubo siempre

Por Fosforito

Cómo no sensibilizarse con esas pequeñas vidas tremebundas, llenas de miseria y dolor. Con ese ciclo interminable de víctimas y victimarios que, con el paso del tiempo,  a veces se terminan confundiendo unos con otros: La niña abusada y la madre entregadora; el hijo del padre golpeador y el hombre que muele a palos, mata y descuartiza a su pareja…

El horror convive con nosotros a todo momento, lo puedo ver a menudo cuando saco la basura al contenedor y me encuentro con gente metida adentro; sin embargo, esas cosas golpean el corazón y la conciencia muy de vez en cuando. Vibrante y pasajero como un trueno.

No sé por qué sucede, a veces supongo que es la atención y el enfoque que ponen los medios sobre determinados temas y la buena pluma para escribir crónicas lacrimógenas que toquen las fibras sensibles de la opinión pública…

Miles de negros son asesinados, pero sólo uno que logra decir “No puedo respirar”, poco antes de morir asfixiado por la presión de la rodilla de un policía sobre su cuello, logra trascender la muerte anónima y su familia recibe una indemnización de 27 millones de dólares.

Tal vez Maia también tenga algo de suerte y pueda acceder a una vida digna, y salir de su casa de cartón debajo de la autopista, antes que su aura  mediática se apague. Esa bruma que baja de repente y nos envuelve por un tiempo, para luego dispersarse y desaparecer del camino… Antes de que el gran público se empiece a hinchar con la cantinela de que tanto la marginalidad y la pobreza son flagelos cuya solución depende de generar una sociedad más equitativa que garantice…

Un bodrio para cambiar de pantalla o mirar para otro lado.

Por suerte, todo pasa y las noticias cambian…Podemos seguir viviendo sin la culpa sobre nuestras espaldas por lo que a cada uno le toca por este mundo injusto y absurdo.

Para consuelo, estas calamidades que nos sacuden por un rato son, como decía mi abuela clasista,  que algunos recordaran -ya lo he contado- tenía frases inolvidables, “más viejas que la injusticia” y “pobres hubo siempre”.

Vivamos tranquilos, entonces. Hasta la próxima novela de actualidad contada como literatura romántica.

Y sepan disculpar esta acidez, pero la única verdad es la realidad que a los medios se les antoja contar y el tiempo de atención que le podamos dar.

Aunque, de todas maneras, lo que yo escriba es irrelevante. El mundo necesita ejemplos, no opiniones.

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