La tasa de letalidad ha bajado al punto de haber superado a países de la región que hasta hace poco mostraban una mejor performance que la Argentina, como Chile y Uruguay. Chile tiene actualmente una tasa de 2.13% (con 6308 decesos), mientras Uruguay, del 2.93%, claro que con apenas 28 muertes sobres 955 casos. El único país del continente que muestra una mejor relación que Argentina entre casos registrados y muertes es Paraguay, con 0.82%
A diferencia de lo que ocurrió en otros países, el incremento de casos registrados aquí no tuvo hasta ahora correlato equivalente en la curva de muertes.
Para muestra basta mirar a Suecia o a Chile, dos países con la cuarta parte y la mitad de habitantes que la Argentina, respectivamente, y que sin embargo muestran cantidades de infectados caso iguales o muy superiores, y en números de muertes que llegan a cuadruplicar el local.
Un caso emblemático es Suecia, protagonista del entredicho “diplomático” disparado por las filminas del presidente Alberto Fernández en mayo. Hoy ese país registra menos infectados que Argentina (73061 contra 80477), pero la diferencia de muertos y la tasa de letalidad es abrumadora: 5433 y 7.44%.
Las peores tasas de letalidad de América, al revés delo que podría suponerse, no las tienen los países con líderes anticuarentena, Estados Unidos y Brasil. Sus índices se ubican algo por encima del 4%. Claro que los números absolutos dan cuenta de la masacre: 132843 y 65487, respectivamente. Las perores tasas de muerte, sin embargo, hoy las registran México, Canadá y Ecuador, con promedios de 12, 8.22 y 7.8 respectivamente.
Los muertos son consecuencia, en primer lugar, de las condiciones sanitarias previas de cada Estado para enfrentar la pandemia y atender a sus enfermos. Luego –cuando la pandemia avanza-, pasa a ser clave el nivel de saturación de las terapias intensivas y la posibilidad de dar respuesta en el peor momento. En el medio está el tiempo que cada país puede ganar para afinar la puntería en los tratamientos contra el Covid-19.