PERÚ: «El Sangriento camino de la Revolución INCA»

Por eso el grito de protesta legítima que bajan de los cerros del «Alto Perú», no son poblaciones terroristas, ni rebeldes sin causa. Ni siquiera quieren tomar el poder, como muchas veces pasa con las «revoluciones» que conocimos, sino cambiar el sistema de explotación que esta Constitución reformada por tiranos como Fujimori, no ha hecho más que aumentar las desigualdades y la pobreza, a pesar de tener una nación con recursos naturales como para ofrecer a sus habitantes una vida más digna de ser compartida.

En estos días han sido asesinadas más de 60 personas, todas de sectores humildes que salían a protestar por un cambio no solo en la Constitución, y la renuncia de la usurpadora del poder Dina Boluarte  y el Gral. José Willams, sino en un llamado a nuevas elecciones presidenciales.

Los Gobiernos de América Latina tampoco parecen advertir la magnitud de la tragedia. Como si mañana no les pudiera pasar a ellos. La cobardía política del inefable Pte. de la OEA, Luis Almagro, sigue como «perrito faldero» y guardián de las decisiones del «imperio».

Desde que asumió Castillo, un maestro humilde, fue asediado por los medios, e inmediatamente les cortó la pauta oficial. Desde ese momento todos  los medios más importantes comenzaron a atacar en forma desaforada: Ningún presidente en la historia del Perú fue requisado la cantidad de veces que Castillo. A ninguno se le obligó a entregar las cámaras del Palacio de Gobierno (llamado La Casa de Pizarro). 

La aristocracia limeña, centralista, y racista como pocas en América Latina, no podía tolerar a un maestro rural ( a un «cholo») de Presidente. Eso no exime a Castillo de sus errores políticos, ni las traiciones políticas dentro de su propio Gabinete, como la misma Dina Boluarte, quien hasta ayer nomás era leal y de izquierda y, repentinamente, ahora lidera un gobierno represor y asesino (!Cómo nos cambia la vida!). 

Para las élites el problema son los «indios»( les faltó decir alienígenas, como expresó la mujer del Pte. Chileno Piñera). Estos «indios” son incultos, con su «hedor» desagradable frente a la «civilización» que huele bien. Pero los que reclaman en Perú, son campesinos, estudiantes y trabajadores empobrecidos, como en Arequipa y Ayacucho, todos del norte, proletarios.

Es notable el silencio de los progresistas latinoamericanos. No es momento de quedarse callado. Es tan grande la represión que el silencio ofende. Se acusan a los protestantes de «terroristas», y se «descubren» libros de Marx y de Lenin, empleando esos libros secuestrados de las librerías como prueba del «terrorismo intelectual». Se deslegitiman las protestas  con el título de «disturbios», muchos de ellos generados en el célebre caso de asalto al Banco Nación. Así cayó la dictadura de Fujimori, cuando después de una marcha, se prueba que el incendio del Banco Nación no fue culpa de quienes protestaban, sino infiltrados del propio gobierno con la policía.

Pero no fue solo la rebelión de los «cholos», lo que precipitó el «golpe blando» en Perú. El golpe tiene como telón de fondo asegurar a las empresas de Occidente la explotación de los recursos naturales y energéticos del país. Fue el propio Secretario de Estado de EEUU, el «halcón» Antony Blinken, quien le brindó el respaldo a Dina Boluarte para realizar «reformas» en medio de una grave crisis política, económica e institucional, temiendo la incursión de empresas chinas en la explotación de esos recursos naturales. Perú en su momento fue presentado como un ejemplo, al igual que el Chile de Pinochet, pese a la corrupción probada de sus últimos presidentes, pero a su vez fue paulatinamente profundizando sus relaciones comerciales con China. Como Perú tiene una legislación permeable a los lobbies empresariales, hoy recibe inversiones de España (petróleo y gas), Reino Unido, Suiza, Japón, Corea del Sur, Brasil, México y hasta de Argentina. Y esto ha hecho poner los pelos de punta al Departamento de Estado, porque los peruanos han firmado un tratado estratégico de Libre Comercio. Y, desde el 2011, China se convirtió en el mayor socio comercial de Perú, por encima de EEUU.

El gobierno de Castillo mostraba que después de Brasil, Perú es el país de la región que recibe la mayor cantidad de inversiones chinas: más de 200 compañías chinas tienen inversiones por más de U$40.000 millones de dólares. Y a Washington no le causa ninguna gracia. Ya en abril de 2019 se formalizó la incorporación de Perú a la iniciativa de la Franja  y a la Ruta de la Seda, por lo que China construyó el mega puerto de Chancay, la principal obra en Latinoamérica financiada desde Beijing, construida por la poderosa empresa marítima China, Cosco Shipping Co, que busca convertirse en el principal eje comercial entre Sudamérica y Asia.

Las implicaciones geoestratégicas y políticas de una obra de esta naturaleza resultan claras para los EEUU, ya que este incremento comercial se reflejará también en Chile, Ecuador y Colombia y la conexión con el eje multimodal Amazonas del corredor bioceánico nororiental que convertirá a Brasil partícipe necesario en esta gigantesca iniciativa. 

Lo cierto es que la presencia económica de China, se ha desplazado a otros sectores de la economía peruana, principalmente el de la minería, con el Complejo Las Bambas, una mina de cobre a cielo abierto de notable producción. Las inversiones chinas alcanzaron también al sector de la generación de energía eléctrica: en el 2020 la Empresa China Yangtze  Power International compró la empresa de distribución eléctrica más grande de Perú, a Sempra Energy. 

Teniendo en cuenta estos antecedentes, los EEUU decidieron que era necesario tomar decisiones drásticas para evitar que en su propio «patio trasero» su principal enemigo económico por ahora, que es la República Popular China, saque ventaja en la obtención de los recursos naturales. Por eso la CIA  y la «clase» política de la aristocracia peruana, se conjugaron para destituir a Pedro Castillo y, con la consolidación momentánea de un Gobierno de transición pero que es respaldado por EEUU, poder frenar otros proyectos de relevancia impulsados por China, como el Ferrocarril Bioceánico entre Perú y Brasil, y con ramificaciones con Bolivia y Argentina. 

Además EEUU logró frenar las inversiones en telecomunicaciones, en especial la red 5G. En tanto, este año deben renegociarse varios contratos multimillonarios de compañías de extracción de gas y se debe actualizar el Tratado de Libre Comercio con China. Para ello, la Presidente de Facto, Dina Boluarte, deberá resistir en el cargo y cumplir con las expectativas (órdenes) de la Embajada, cuando no, de USA y del Secretario de Estado Antony Blinken, pues para eso la pusieron allí. 

Obviamente a «ellos» no les interesa masacrar un pueblo. La situación actual es dramática pues, pese a los sesenta muertos, la rebelión no se detiene y siguen «bajando de los cerros», cual una procesión fúnebre de resistencia, velando la Democracia asesinada.

Ellos son, como todos los latinoamericanos, herederos del sometimiento de 500 años de colonialismo que solo ha cambiado de formas, pero siempre con el mismo objetivo: el dominio de las élites para favorecer al imperio de turno. Desde Tupac Amaru, degollado en la plaza pública por los españoles de la conquista. 

Por eso solo, cuando Chacalón canta» los cerros bajan» reza una canción de protesta para recuperar una identidad y una vida digna arrebatada por decisiones imperiales, convalidadas por dirigentes corruptos. 

Perú es un espejo donde se deberán mirarse los dirigentes de América Latina, porque el «Viento de la Historia» ha empezado a soplar con cada vez con mayor intensidad. 

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