Los jueces le atribuyeron los delitos de “doble homicidio agravado por el vínculo” en el caso de sus hijas; “homicidio agravado por el vínculo y la violencia de género” por su ex esposa; y “homicidio agravado por venganza transversal” por Peralta.
Los crímenes ocurrieron el 7 de noviembre de 2016. Tres meses antes, la mujer lo había denunciado por violencia de género por lo que Ledesma fue excluido del hogar. En ese marco se le aplicó una restricción de acercamiento a Johana por tres meses –plazo que vencía al día siguiente del cuádruple crimen–, aunque podía ver a sus hijas y de hecho, el dia que ocurrió la masacre, Ledesma estaba junto a ellas y les pidió que se despidieran de sus abuelos porque las iba a devolver a su mandre.
Después de la medianoche, vecinos de la casa materna llamaron a la Policía porque escucharon los gritos de una fuerte discusión. Cuando llegó el móvil de la comisaría observó que todo estaba en silencio, nadie contestó a la puerta, y se retiraron. Unas horas después llegaron a esa misma casa los padres de Ledesma, porque había dejado en Basavilbaso las mochilas de las nenas con las cosas de la escuela. Lo estaban llamando por teléfono y no contestaba. Nadie atendió tampoco en la vivienda y alcanzaron a ver por la ventana algo raro, como un cuerpo tirado.
Llamaron a la Policía, los uniformados constataron las sospechas y llamaron a la fiscal Melisa Ríos. Decidieron entrar y se encontraron con una escena tan sangrienta como impensada, que nunca borrarán de sus memorias: cinco cuerpos yacían en el comedor y una habitación. El único con signos vitales era el de Ledesma, quien fue trasladado al hospital Urquiza, donde permaneció unos días en estado crítico y luego se recuperó.