Sin pretensiones de desarrollos pedagógicos elaborados y desde lo que cualquier adulto puede vivenciar, analizar esta tensión es significativa a la hora de educar a los niños, niñas y adolescentes.
Haciendo un recorrido breve sobre la enseñanza, podemos decir que el capitalismo desarrolló una pedagogía de la disciplina (al decir de Foucault) para poder imponer sus necesidades de consumo y producción ilimitados, funcional al sistema económico que pregonaba. En reacción a esto, surgen en el S.XX los pedagogos de la liberación, como Paulo Freire, que proponen desarrollar la pedagogía de la pregunta.
Un adulto que educa se puede preguntar ¿qué es lo importante de desarrollar la pedagogía de la pregunta? y si obtuviera una respuesta, seguidamente consideraría pensar en ¿Cómo se enseña a preguntar?
Es importante desarrollar la pregunta por un enorme universo de cuestiones que hacen al desarrollo cognitivo, emocional y hasta físico. La inteligencia que se impulsa desde la pregunta constituirá una matriz de pensamiento divergente, esto quiere decir que podrá dar diferentes respuestas a un mismo interrogante, a un mismo problema.
En la sociedad actual, donde hay una sobreinformación y un exceso de construcciones de la realidad que ponen en duda hasta esa misma realidad, poder otorgar diferentes respuestas a una misma dificultad u obstáculo, es fundamental para dar respuestas adaptativas al contexto y construir nuevos horizontes para viejas y existenciales problemáticas.
Esto implica, necesariamente, un proceso creativo hacia la búsqueda de alternativas.
Si hablamos de las emociones, cuando se es capaz de pensar desde distintos puntos de vista, se estresa menos el sistema nervioso, pues permite tomar diversos caminos para arribar a una satisfacción plena, superando las posibles frustraciones que genera el pensamiento unilateral.
Desde el pensamiento divergente se pueden analizar con mayor tranquilidad los propios estados emocionales y los del entorno.
En cuanto a lo corporal, la pregunta sobre el origen de determinadas afecciones puede correr los pensamientos circulares, cerrados y angustiantes y llevar a vincular estas afecciones con comportamientos o situaciones introspectivas o de contexto histórico-socio-económico que pueden ser causales de tales afecciones.
Encontrar respuestas redunda en producir cambios en la vida cotidiana que causan una mejora de la calidad de vida.
Si del mundo circundante se trata, preguntar los por qué de las cosas que suceden, vislumbrando múltiples perspectivas de análisis y no solo una respuesta unilateral, muchas veces sesgada y hasta otorgada por terceros como anestesia existencial; permitirá tener amplitud de criterio, alejarse de los prejuicios a priori, ser más comprensivos y construir vínculos más diversos e inclusivos.
Ahora bien, ¿cómo se educa en la pedagogía de la pregunta? Primero reconociendo que gran parte de la educación tradicional estuvo dada en el otro sistema pedagógico, en el de la disciplina. Esto constituye una matriz estructurada y poco flexible. Habrá que recuperar ese natural interés por conocer el mundo, de les niñes, tal vez olvidado o coartado por la educación tradicional.
Durante los primeros años de vida, niñas y niños preguntan para ver qué reacciones producen sus interpelaciones. Por eso no es tan importante qué se les responde, o la precisión de la información, sino lo importante es que él o ella perciba que su pregunta es significativa, que tiene lugar en el diálogo con el adulto.
En la etapa de la escolarización empieza su interés por el mundo exterior y sus preguntas requieren más información. En general son fácticas, puntuales, empíricas, es decir, en el orden de lo conocible y lo comprobable.
En les adolescentes las preguntas son más del orden filosófico existencial, problematizan sobre los vínculos, las relaciones, los sentimientos, la sociedad, entre otras cosas. En general, les adolescentes suelen plantear situaciones de interpelación, pues refieren sus indagaciones hacia las acciones y comportamientos de los adultos.
En definitiva, naturalmente, en las diferentes etapas del crecimiento, el ser humano se pregunta por el mundo que lo rodea, es inherente a su ser interior y al desarrollo de su subjetividad.
El rol que cumple quien educa en dar respuestas a sus preguntas, es fundamental para constituir la matriz de su psiquis. La pedagogía de la pregunta conduce a la construcción de una psiquis más sana, menos estresada por mandatos rígidos, y con mayores recursos para arribar a la diversidad de soluciones ante las contingencias de la vida cotidiana que demandará la adultez en tiempos como los que toca vivir.
Lic. Verónica López
Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación