De la misma manera se repudiaron las amenazas a jueces y todas las manifestaciones pro dictadura que surgieron en los últimos días, a las que se calificó de “resabios de un horror que aún no han sido juzgados”, en palabras de María Luz Piérola, militante de la Asociación de Familiares y Amigos de los Desaparecidos (Afader).
El reclamo de juicio y castigo también se reiteró en esta ocasión al pasar la marcha frente a la sede de dos instituciones paradigmáticas. Ante la Catedral paranaense se oyeron cánticos denunciando la complicidad con el poder de la cúpula eclesiástica durante los años de plomo, y el Comando de la II Brigada Blindada Justo José de Urquiza terminó con las pintadas y los huevazos de los manifestantes en su fachada.
La movilización, que en todo momento fue pacífica, concluyó con un acto frente al Juzgado Federal, donde los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado han promovido numerosas causas que permanecen paralizadas.
Allí se leyó el documento de la Multisectorial, con el cual se reclamó la aparición con vida de López, ex detenido-desaparecido de La Plata, testigo en el juicio que condenó a Miguel Etchecolatz a prisión perpetua en cárcel común en el marco del genocidio producido en la Argentina por la dictadura militar entre 1976 y 1983. López se encuentra desaparecido desde hace tres semanas.
“El caso de López debe servirnos para unirnos aún más y para que sepan que no nos van a detener”, expresó Piérola antes de la lectura de la declaración.
El documento
En el texto se dejó asentado que López fue secuestrado durante la dictadura por Etchecolatz y el entonces jefe de la Policía bonaerense, el paranaense Ramón Camps.
“Exigimos celeridad en el proceso contra todos los responsables del terrorismo de Estado”, se leyó antes de hacer un reclamo explícito al fiscal Mario Silva para que asuma la responsabilidad de avanzar en la investigación de los crímenes de lesa humanidad.
Contra los sectores que reclaman una amnistía para los familiares, en el documento se exclamó: “Es la reacción de grupos retrógrados y minoritarios que se sienten acorralados por la cárcel inminente”.
Antes del cierre, que fue con la lectura de un fragmento del poema Pido castigo, de Pablo Neruda, exigieron la ejecución de una política de seguridad y un programa nacional de protección para testigos y familiares.