“Éste era un edificio que correspondía a una época, fines del Siglo XIX, aproximadamente 1880 y era lo que conocemos en arquitectura como neoclasicismo o de la arquitectura italianizante o tratadista. Era la que hacían los maestros mayores de obra o los albañiles que llegaban como inmigrantes del país y respondían a determinados cánones que conocemos como del neoclasicismo”, expresó Pípolo.
El arquitecto describió el edificio antes de su refacción. En la fachada se destacaban las aberturas con un medio círculo en su parte superior. Las aberturas se alternaban con pilastras que estaban elegantemente distribuidas y remataban en el petril o parapeto superior con pilastras aisladas. “Seguramente se dejaban así para algún día albergar alguna reja o un entramado de hierro”, explicó.
La fachada original fue “totalmente adulterada”. “Lo que vemos hoy, después de haber sacado el vallado que rodeaba el edificio, lo convierte en lo que para mí pasaría a ser un edificio de 1930”, indicó. Sólo se respetaron las paredes. En cambio, las aberturas se modificaron. “Se hicieron cuadradas”, explicó. El parapeto superior se lo cerró por completo con mampostería.
Todas las modificaciones adulteran la identidad arquitectónica transformando al edificio en una construcción más bien construida en 1930. En esa década, predominaban los edificios neoliberales propios de “la última época del eclecticismo”.
Por ello, Pípolo subrayó que no vale la pena preservar al edificio tal como quedó debido a que no es el que estaba. “Es otro totalmente distinto. Directamente se lo cambió”, dijo. Pípolo remarcó que preservar una obra arquitectónica no es hacer lo que uno quiere. “Es respetar lo que había”, dijo. En este caso, se trata de las características especiales que tenía ese edificio.
Las refacciones realizadas están prohibidas por normativa municipal. La ordenanza Municipal Nº 29789, en sus artículos 1 y 2, explican que, “lo que esté comprendidos en esta clasificación los yacimientos, piezas y elementos de carácter antropológico, arqueológicos, etnográficos, paleontológicos, tanto de origen biológico como los de naturaleza mineral, simples o elaboradas.” Y que todos los inmuebles comprendidos en el listado que antecede y todos aquellos cuya construcción anteceda al año 1940, no podrán ser intervenidos ni sometidos a refacciones, modificaciones, ampliaciones y/o cualquier otra alteración de su estructura arquitectónica o estética, sin previa opinión del Consejo Asesor de Protección del Patrimonio de Concordia y la aprobación del órgano de Aplicación y el Departamento Ejecutivo Municipal”.
Además el Consejo Asesor tiene como primer objetivo cuidar del cumplimiento de la ordenanza N° 29113. La norma mencionada, en su artículo 3° establece, la obligación de proteger: “la salvaguarda y puesta en valor de los lugares, edificios u objetos considerados por esta norma de valor histórico, arquitectónico, simbólico o ambiental obliga a todos los habitantes a ordenar sus conductas en función de su protección, como así también de aquellos elementos contextuales que contribuyen a su valoración”.
Y en el artículo 4° menciona la protección de áreas que se destacan por sus valores paisajísticos, simbólicos, sociales, históricos y arquitectónicos. “Se refiere al espacio público, e incluye las fachadas y muros exteriores de los edificios que participan de los mismos, sean de propiedad pública o privada”.
“Hace pocos días se ha reactivado el Consejo Asesor del Patrimonio que espero que ahora empiece a funcionar como corresponde. Espero que quede en manos de los profesionales que son los que realmente tendrían que cuidar del patrimonio como corresponde”, indicó Pípolo.
“Creo que hay falta de conocimiento de lo que es la preservación. Además no se ha analizado los distintos tipos de fachada que tenían este tipo de edificio. En mi libro hago una clasificación que hay siete tipo distintos de fachadas que van avanzando de 1880 hasta 1940. Al cambiar una sola de esas aberturas, le cambiás el aspecto totalmente y lo convertís en otro”, indicó el arquitecto.
A su criterio, las aberturas fueron modificadas porque advirtieron que eran chicas. “Por eso se le hicieron aberturas más grandes para responder a una arquitectura comercial pero la municipalidad había aprobado un proyecto que entiendo que es el que se tiene que respetar”, mencionó.
“Dejar esto como está hoy significa nada: más vale demolerlo porque ya lo rompieron. Rompieron toda la característica que tenía”, añadió Pípolo. “Yo considero que fue adulterado en sus formas”, dijo.
Falta de idoneidad
En los últimos años, el Consejo Asesor no viene cumpliendo la función que solía desempeñar cuando había personas calificadas trabajando en ese lugar. El mejor ejemplo fue que en el gobierno anterior, el Consejo fue dirigido por personas sin idoneidad para desempeñarse allí. Repasando el archivo, una nota publicada en DIARIOJUNIO en 2011 es esclarecedora al respecto. "Bordet nombró al “multirubros” Sergio Esquivel como “Coordinador Municipal de Protección del Patrimonio”" (www.diariojunio.com.ar/noticia.php?noticia=47863). En agosto de 2010 fue designado Sergio Esquivel, quien fue jefe de los almaceneros, vendedor y reparador de motos, director de Turismo en tiempos de Jorge Busti, y periodista. Ningún antecedente en la materia para ser nombrado en esa función.
