Asimismo, Godoy expresó, “El vicegobernador Pedro Guastavino dijo ‘que les va la vida en esta jugada que hacen en Washington por las papeleras’. Y realmente pienso que es así, aunque uno no entiende qué grado de coherencia existe entre las acciones de la Provincia y el Gobierno de la Nación argentina, puesto que van por caminos separados”.
Intentando explicar su postura hasta ahora dijo “Yo he mantenido un silencio a pedido de los ambientalistas de la Provincia de Entre Ríos para no entorpecer las gestiones que con esfuerzo está llevando adelante la comunidad y las organizaciones intermedias, pero no sé bien qué sectores gubernamentales. Digo esto porque al haber discrepancia en los procedimientos entre el Gobierno Nacional y el Provincial uno no interpreta si la estrategia que se planteó en su momento de parte de estas organizaciones hoy tiene un hilo conductor que abarque a todos los sectores del poder en la Argentina”.
Porque si esta tarea encomiable, en principio, no da resultados en la práctica concreta y termina siendo nada más que una cuestión comunicacional, ¿cuáles serán los efectos negativos que podrían producirse para nuestra Provincia? No deseamos este tipo de efectos. Creí hasta hace unos días que esta acción podría ser parte de un todo integral que sería contundente y podríamos, con algarabía, esperar en el corto plazo los resultados. Pero si no se paran las obras de las papeleras, si el Gobierno uruguayo las sigue respaldando, si los organismos de crédito las siguen financiando, y el Gobierno argentino no retira los embajadores para demostrar una fuerza contundente en el pedido, todo esto puede resultar inocuo y en consecuencia habrá que medir responsabilidades.
Con asombro he escuchado en una conferencia realizada el día de ayer en la Asociación Entrerriana General Urquiza en la Ciudad de Buenos Aires al Embajador Estrada Oyuela decir con desenfado que la CARU actuó mal, que hay conversaciones entre los Presidentes que no han quedado registradas y que es optimista en creer que al menos se va a lograr el menor impacto ambiental posible. Es decir, está aceptando que esto es irreversible y que en todo caso su papel será el de monitorear que después que las plantas estén instaladas no haya un desastre natural en la zona. Está claro que representa una simple expresión de deseos que la historia ha demostrado que no es fácil de cumplir pero que además demuestra que en el ámbito nacional se camina por un terreno, el de los acuerdos con las plantas y el Gobierno uruguayo, y en el ámbito provincial se va a ambientes internacionales pero que no sabemos los resultados, obviamente.