Pan y Circo

Por Fosforito

Mejor hablemos de Wanda, saquemos los tambores, movamos el tutu y frotémonos las manos esperando que venga esa “platita”.

Después del porrazo, el gobierno aceleró la llegada de la “nueva normalidad” y la recomposición de los destruidos ingresos. Hace 4 años que los medios y los bajos venimos perdiendo. Que vivimos en una incertidumbre a la que todavía cuesta acostumbrarse y disfrutarla… Sobre la piojera, la pandemia. 

 “Aspirinas”, dicen desde una izquierda al comparar las medidas orientadas para aliviar a la  población con los fondos -«la platita»- que, desde hace rato, mucho antes de la derrota electoral, fluyen hacia el capital vía reducción de retenciones, incentivos fiscales, condonaciones de deudas, créditos blandos, asistencias económicas directas… ¿Y el resto? Todos calladitos como la lechuza que hace shhhhh.

Sin embargo, cuando “la platita” va al bolsillo de la gente se escucha decir casi al unísono: “Pan y circo” -“Panem et circenses”, una fórmula que viene de la Antigua Roma- y señalan que es un “parche” de despilfarro fiscal y monetario.

“Pan y circo”, dicen para referirse al entretenimiento y al alivio para el pueblo mientras padece tiempos de sufrimientos.

“Pan y circo” dicen con cinismo acusador los que apuntalan un sistema devorador que se mantiene a costa de la mayoría. Esos que sí pueden exhibirse sonrientes en las pantallas de los medios de comunicación, viajar por el mundo, gastarla como quieren, estar al mismo tiempo ocupando las tapas en las revistas del culerío frívolo, en los rankings de los mil millonarios y en los de quienes esconden la platita en guaridas fiscales lejos de los impuestos y las preguntas incómodas; y decir -sin pudor- que el problema es “la gente”, los sueldos, las cargas sociales, la política y la burocracia.

Porque tienen la potencia mediática para convertir su opinión privada en opinión pública y en sentido común, tanto como para naturalizar que el uno por ciento más rico se apropie del ochenta por ciento de lo que hay en la tierra para disposición de todos, naturalizando la supremacía del más fuerte, del que llegó primero, del mercado. Y, todavía más, pueden hacer que la indignación por el” pan y circo” se haga carne en el pobre Pascual, que trabaja noche y día sin parar.

Ellos nos cuentan cómo le va el país y lo que necesita. Este país de mierda –  lleno de vagos,  corruptos y ladrones- al que no lo dejan ser un país en serio.

Ellos logran verse ajenos y lejanos, como si hubieran estado aquí desde siempre, de toda la vida. Que todos miramos con un dejo de envidia y admiración, mientras nos entretenemos pensando cómo hizo el vecino para cambiar el auto o arreglar la casa.

“Pan y circo”, expresan con desdén hacia la pobre gente que ignora que otra vez va a tener que pagar la cuenta de un préstamo  -que unos pocos disfrutaron- con el sudor de la espalda corriéndole por la raja. Que se da cuenta que sólo los perejiles se someten a la ley.

“Pan y circo”, por querer comer y divertirte te tiran la culpa, por querer olvidarte de los problemas que ellos generan, te sopapean.

 “Pan y circo” patalean los enamorados del consumismo desaforado como si el acceso a los alimentos y al esparcimiento fueran privilegios. “Pan y circo”, le tiran como reproche a los que nacieron derrotados y resignados a la vida que les ha tocado.

“Pan y circo” como si fuera el entretenimiento y la panza llena lo que nos tiene cautivos del odio y la ignorancia y no la artillería de mentiras con la que a diario instalan la locura. 

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