"Una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades", puntualizó Jorge Bergoglio durante su homilía en el estadio de Morelia, capital de Michoacán, unos 300 kilómetros al oeste de Ciudad de México.
El papa, que no se refirió en particular a los asesinatos de religiosos, dijo que la resignación puede ser una tentación que impide "arriesgar y transformar" una realidad que parece haberse convertido "en un sistema inamovible". "No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios", añadió.
Después de la misa, Francisco visitará la Catedral de Morelia, situada en el centro histórico de la ciudad, donde en 2008 un atentado con granadas atribuido al cártel de Los Zetas dejó ocho muertos y 100 heridos en festejos de la Independencia.
Las fuerzas de seguridad establecieron un fuerte cerco de seguridad, con varios filtros de control, por la visita papal. En general, durante toda la visita el ingreso a los actos del Papa fueron muy controlados y limitado a personas que contaran con boletos gratuitos distribuidos por las parroquias, salvo en los recorridos del papamóvil y el sábado pasado en el centro de Ciudad de México.
Por la tarde, el papa tendrá un encuentro con unos 85 mil jóvenes en el estadio "José María Morelos", donde escuchará testimonios y dará un mensaje que se espera esté relacionado con la violencia.
El viaje de cinco días del líder de la Iglesia católica a México concluirá el miércoles en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, donde visitará una cárcel, tendrá un encuentro con el mundo del trabajo y celebrará una misa binacional dedicada a los migrantes, a la que también están invitadas víctimas de la violencia.
