En estas últimas horas – y como fruto de las resonantes e imperiosas llamadas al diálogo desde muchos sectores y actores de la vida nacional – se han comenzado las conversaciones para avanzar en la búsqueda de soluciones justas y equitativas. Nos unimos a esas voces y nos alegramos del inicio de estas conversaciones. Todo se puede ganar con un diálogo sincero y realmente abierto.
Los argentinos nos merecemos este ejercicio de diálogo fraterno que nos lleve a encontrarnos profundamente en la verdad y la justicia. Creemos que todos los que detentan mayor representación institucional en todos los niveles, deben ser los que más se involucren con nobleza y magnanimidad en la promoción del diálogo y en sostenerlo pacientemente, teniendo siempre presente el principio del bien común que se constituye por el bien de todas y cada una de las personas de la sociedad.
Las exigencias del bien común llevan también a no desvalorizar el trabajo del campo y su aporte al crecimiento de la Nación, como también el respeto del trabajador y su familia, su promoción integral y sus derechos fundamentales.
Las finanzas públicas deben ser orientadas al bien común mediante políticas impositivas justas y estables que tengan en cuenta la racionalidad y equidad en la imposición de los tributos, el rigor, la transparencia e integridad en la administración y en el destino de los recursos públicos, la solidaridad de todos los argentinos y el respeto de la forma federal de gobierno que establece la Constitución de la Nación Argentina tanto en la recaudación como en el destino de dichos recursos.
Debemos orar a Dios, nuestro Padre, como “fuente de toda razón y justicia” pidiéndole que ilumine a aquellos de quienes depende que de la superación de este conflicto salgamos todos ennoblecidos, finalizan.