No todo lo que brilla es fútbol

Está muy bueno que los futbolistas expresen su malestar frente al régimen político que gobierna y restringe la libertad.  Ese brazalete que pensaban llevar, color arco iris, en que se lee “#One Love”, generó un gran revuelo.  Representa la campaña internacional de un movimiento creado por la Selección de los Países Bajos. Con él se busca utilizar la audiencia global del fútbol para enviar un mensaje que promueva la inclusión social, oponiéndose contra todas las formas posibles de discriminación.

El domingo 20 de noviembre fue la inauguración de la Copa del Mundo y en la víspera de ese día, entre otras cosas, dijo el presidente de la FIFA: “… sea cual sea su religión, color de piel, orientación sexual, todos serán bienvenidos, es una exigencia por nuestra parte y Qatar la respeta…”

Parecía no haber problemas. Las selecciones europeas querían mostrar su apoyo a la diversidad portando la insignia. Lo harían los capitanes de siete selecciones: Inglaterra, Gales, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Dinamarca y Suiza. Pero, ese mismo lunes, la FIFA prohíbe llevarlo y amenaza con sancionar a los jugadores. Los equipos ceden ante la presión. El miércoles, Alemania pierde el apoyo de un patrocinador importante por haber replicado ante la FIFA. “… esto huele mucho a censura, claro que nos pueden quitar el brazalete, pero no nos pueden quitar los valores que defendemos y que seguiremos expresando…”  dijo el director de la Federación Alemana de Fútbol. Ante la negativa de portar el brazalete, se manifestaron llevando la mano a la boca, en señal de protesta, antes del partido contra Japón. Inglaterra se arrodilló antes de enfrentar a Irán y estos no cantaron el himno nacional.  

Pasado unos días, los brazaletes prohibidos a los futbolistas, los lucen políticos, como la Ministra del Interior alemana o también la Ministra del Interior belga. 

Los belgas manifiestan que la actitud de la FIFA es una vergüenza. El deporte debe ser un ejemplo de inclusión. Prohibir los símbolos LGTBIQ+ perjudica a todo el mundo porque quita visibilidad a los colectivos que la necesitan y que deben llegar al deporte también. El respeto a los derechos fundamentales debe ser un requisito en cualquier evento.

Es valioso que se enuncie el rechazo frente a un régimen político que restringe la libertad.  Las costumbres que avasallan derechos humanos son intolerables sin importar donde sucedan.  

¿Qué hacer si se violan los derechos humanos en cualquier parte del mundo, independientemente de la cultura? 

Es común escuchar: “… cuando vas a un país extranjero hay que respetar las tradiciones y cultura del lugar…”

Sí, pero ¿cuál es el límite? Se puede preguntar, a riesgo de caer en un relativismo cultural frente a costumbres, tradiciones y prácticas que someten y atentan contra la dignidad humana.

Trabajar contra la discriminación no es solo sobre el colectivo LGTBIQ+, sino es también luchar por las mujeres y los trabajadores migrantes. Esto último es muy cuestionado en el país anfitrión. 

¿Deben los jugadores tomar partido en un tema de derechos humanos?

¿Es igual de fácil para todos? 

Cada cual obrará según su conciencia. Cada jugador sabe si tiene la posibilidad o el valor para hacerlo. En Qatar hay censura, pero siempre hay maneras de sortearla, como se ha visto a la selección alemana o a los jugadores de Irán. El capitán iraní en rueda de prensa apoyó las manifestaciones en Irán y a las víctimas, de modo que siempre hay una forma de protestar, aunque para ellos es más arriesgado.   

El fútbol y la exposición mediática que conlleva pueden usarse para transmitir mensajes políticos. Así ha sido la historia del deporte. Quizás se recuerde la imagen de los juegos olímpicos de México en 1968, con los atletas Tommie Smith y John Carlos con el puño en alto sobre el podio. Una imagen icónica de la lucha de las personas negras contra la segregación racial en Estados Unidos. 

Por otra parte, tampoco hay que pedir demasiado a los deportistas, pues a los políticos y al mundo de la cultura no se les exige tanto. En Doha hay un importante museo, obra del arquitecto francés Jean Nouvel , a quien nunca se le ha pedido que vaya a defender determinada causa. 

Esta lucha en favor del brazalete arco iris es europea. Una lucha de Europa occidental. En Europa del norte, del sur y del este es una causa que tiene mucho menos popularidad y, en cuanto a África, Asia, América Central y del Sur en ningún momento se ha planteado que los capitanes de los equipos llevaran el brazalete arco iris. 

Para este ya famoso trozo de tela, el partido sigue en marcha, queda por ver quién tendrá más aguante.

 

Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación Ltda. 

 

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