La adolescente se fue de la escuela a la casa de un compañero que vive a siete cuadras. Pero 50 minutos después de haberse retirado, en la esquina de Espejo y Colón, a cuatro cuadras de la escuela, fue arrinconada por un grupo que la golpeó violentamente. Aunque la distancia es un dato menor, una de las preocupaciones de las autoridades tanto escolares como de la Departamental de Escuelas es que no haya hechos de violencia dentro de las escuelas o en las inmediaciones de las mismas.
Uno de los agresores la emprendió a patadas con la adolescente. Aparentemente la habían seguido o la estaban esperando. “Es como que se siguieron. Se comentan: ‘me voy a la casa de un compañero’ y ahí se van comentando entre ellos. Saben que va a haber peleas y se ponen de acuerdo”, dijo Barrios.
“Quedó bastante golpeada. Tenía un piercing y en la escuela estamos trabajando para que no tengan porque forcejean, se golpean, se empujan y eso lastima más aún. Le arrancaron el piercing de la nariz y eso le lastimó más”, dijo el rector. La adolescente tiene que hacerse una radiografía de la cara porque tiene la nariz muy hinchada. “Por supuesto. Ahora tiene miedo”, señaló.
La madre, de profesión policía, hizo la denuncia. Dos de los agresores van a la misma escuela: un varón de 17 años y una mujer de 15. Vinieron de otro establecimiento educativo y van al mismo curso: 2º. Barrios los esperó pero ambos se ausentaron hoy de la jornada escolar. “No apareció ninguno”, dijo. Para mañana citó a los padres.
Entre las causas, Barrios sostuvo que el uso de las redes sociales que hacen los adolescentes es totalmente negativo. “En vez de hacer grupos para trabajar cuestiones escolares, se miran como van vestidos, con quien anda fulano, con quien no anda, se agreden verbalmente y después eso repercute en las escuelas. Y termina como terminó ayer”, dijo.
Además señaló que en las escuelas deben trabajar con los padres para que los chicos se vayan de la escuela a la casa y no anden dando vueltas para evitar situaciones como la de ayer. “Que los padres sepan que los chicos ya están fuera de la escuela”, indicó.
El rector hizo hincapié en la ausencia total de valores con los que llegan los alumnos al aula. No hay respeto ni cortesía para con sus compañeros o con los profesores. También escasea la tolerancia y hasta la higiene en las aulas. E incluso, hay actitudes que hasta hace algunos años eran impensables en una escuela. Una de ellas es la dádiva. Barrios sostuvo que algunos alumnos piden que les regalen la nota. Frases desopilantes como “Póngame un seis, póngame un siete. Total ¿a usted que le cuesta?”, deben escuchar los profesores. “Tenemos que empezar a revertir toda nuestra pedagogía para que el chico entienda que no es cuestión de regalar o que ellos sólo deben estar ahí. Si están ahí es para hacer algo”, reflexionó.
Además Barrios admitió que la escuela se ha vuelto muy blanda con las sanciones. “Se vuelven muy flexibles las normas y nadie las respeta. Antes ensuciar el legajo de un estudiante era una cuestión grave; hoy no importa si está sucio o no está sucio el legajo. Si le hablás al alumno que está sucio su legajo, no le interesa porque no tiene interés para ellos”, dijo.
La tarea de la que se deben encargar los profesores es ardua. Además de enseñar las asignaturas específicas deben inculcarles los valores que no reciben en el hogar. Pero es aún más difícil cuando el conflicto gremial que atraviesa periódicamente las escuelas públicas se hace presente. Ayer, debido a que los docentes de mayor antigüedad no percibieron sus sueldos, el gremio docente Agmer convocó en horas de la tarde a suspender todas las actividades en las escuelas. La agresión sucedió en un horario en el que todos los participantes debían estar en clases. “Si no hubiese habido retención, paro, asamblea, los chicos tendrían que estar en la escuela. Es como siempre digo: ‘mente desocupada, taller del diablo’. Si a los chicos los tenemos desocupados, ellos van a ir para cualquier lado”, reflexionó el rector.
