Otra mujer que es víctima de la violencia de género, llevada a extremos simplemente criminales está internada en el Hospital Delicia Concepción Masvernat, afortunadamente lúcida, pero con heridas graves.
Según informaron fuentes policiales a DIARIOJUNIO, eran las 14.00hs cuando en medio de una discusión de pareja, que tubo lugar en el domicilio familiar de calle Laprida al 2290, su concubino José Nicolás Reina, de 30 años, empleado en una verdulería, le asestó una certera puñalada en la espalda, en la zona intercostal, a muy pocos centímetros de sus órganos vitales.
En el hecho tomó intervención personal de la comisaría 4ª y la víctima fue trasladada de urgencia al nosocomio.
Finalmente cerca de las 17.30 por orden del fiscal de turno fue detenido el concubino de la victima, imputado por el delito de “Tentativa de Homicidio” y alojado en la Jefatura de Policía.
En Concordia, según precisaron fuentes judiciales, la mayoría de los casos de violencia domestica extrema no son denunciados, y llegan a la justicia cuando los hechos sobrepasan el grado de violencia posible de ocultar o disimilar, lo que se reduce a heridas graves que requieren atención médica de urgencia, o la muerte de la víctima.
Según los especialistas en esta materia, la intervención de la justicia en la situación, -cuando la victima sobrevive- puede abrir paso a la posibilidad de que ésta salga del círculo vicioso que supone la constante agresión seguida del falso arrepentimiento del agresor. La sensación de sentir la muerte tan cerca, puede “despertar” a la mujer-víctima de la violencia de género; pero las cifras también reflejan que en casi un 50% de los casos la mujer vuelve con su agresor, lo perdona o intenta retirar la denuncia y hasta negar el hecho para que quede en libertad.
Estas cifras hablan de la necesidad impostergable de un tratamiento psicológico sobre la mujer abusada o agredida, y de sus hijos, para poder erradicar el riesgo de que la historia se repita; una medida que hasta ahora solo se “propone” desde la justicia, pero que no se garantiza, ya que se trata a la víctima como lo que es, una víctima, sin atención de la alta probabilidad de patologías psicológica que el caso demuestra; por consiguiente el tratamiento se dispone a cargo de la mujer-víctima, pero no es obligatorio.