Este ingreso no es sorpresivo, dado que la Dirección Nacional de Medio Ambiente del Uruguay (Dinama) por el momento se niega a que las muestras se tomen de manera sorpresiva o espontánea, actitud que vulnera el concepto mismo de inspección. El martes, el presidente de la Caru, embajador Hernán Orduna, ofreció una conferencia de prensa en la ciudad, donde reconoció que este procedimiento no se ajusta a las mejores prácticas e incluso dijo que cada vez que el Comité Científico quiere ingresar a la planta de Botnia, hay que avisar a la Dinama y así se pierde el efecto sorpresa de toda inspección, “tal como se hace en Argentina”. No obstante, recordó que ese fue el acuerdo presidencial, aunque “estimó “que tal vez en un futuro haya que mejorar ese procedimiento”. No obstante, mañana el Comité Científico realizará también la toma de muestras en la desembocadura del río Gualeguaychú con el Uruguay. La otra expectativa se centra en que esta semana se debería conocer el informe completo de los análisis remitidos a los laboratorios canadienses, correspondientes a las primeras muestras que se tomaron en junio. Respecto a esto, Orduna recordó que es orden de la presidenta Cristina Kirchner “que todo se sepa y todo se difunda” e informó que por eso ya se remitió a los intendentes de Gualeguaychú y de Fray Bentos un pedido de autorización para instalar pantallas en lugares públicos que darán información sobre los análisis las 24 horas. Por otra parte, reconoció que Uruguay todavía adeuda el aporte económico comprometido para el monitoreo, de 300 mil dólares para los trabajos específicos, más otros 200 mil dólares que anualmente cada Estado se compromete a aportar a la Caru y esos aportes son considerados esenciales para darle continuidad al monitoreo. Desde Argentina, el comité científico ha cuestionado que el gobierno uruguayo haya resuelto permitir que el río Uruguay llegue a una temperatura de 35 grados (48 horas antes de iniciar el monitoreo como tal), que la planta de Botnia-UPM devuelve tras su producción contaminante. Tirar agua al río a temperatura mayor a 30 grados ya es contaminación, sostienen los más elementales manuales ambientales del mundo, máxime teniendo en cuenta que las temperaturas normales (promedio) en invierno son de 9 grados y de 24 grados en verano.