Monarquías en decadencia, y los Vasallos del subdesarrollo

Así como la Reina Isabel, los miembros de las realezas son oligarcas porque son guardianes de su propia clase, de tal manera que buscan para sus descendientes, alguien con «rancia estirpe».

Los terratenientes más grandes del mundo incluyen al Rey Mohamed de Marruecos con 176 millones de acres; a la Santa Iglesia Católica con 180 millones de acres, los herederos del Ray Abdullah, de Arabia Saudita con 531 millones de acres, y ahora el Rey Carlos III con decenas de millones de acres, en distintas partes del mundo.-Los monarcas británicos tienen una fortuna de U$ 28.000 millones de dólares. 

El pueblo británico proporciona en forma de subsidios la friolera de U$ 33 millones cada dos años.- Aunque el Reino Unido ve caer sus ingresos durante el periodo mas largo desde 1955 y 357 000 súbditos se encuentran sin hogar.

Para la élite dominante, la realeza «vale lo que cuesta». Son herramientas efectivas de subyugación. A la realeza el pueblo le perdona todo. Incluso que haya desestimado la crisis energética, por su participación en la guerra con Ucrania, la inflación galopante que llegó a 9,1% y el auge de los movimientos neofascistas y la desigualdad social cada vez más profunda, mientras la prensa en general arroja floridos elogios al dominio de clase. Cubren todo. 

En 1953 el Gobierno de Su Majestad, la Reina impoluta Isabel II, envió tres buques de Guerra , junto con 700 soldados, a su Colonia, la Guyana Británica, suspendió la Constitución, y derrocó al gobierno elegido democráticamente de Chedo Jagan. Todo porque querían independizarse.

El Gobierno de su Majestad colonizó, saqueó y ayudó a construir en Sudáfrica el apartheid (Nelson Mandela preso por 27 años).

También su Majestad aplastó salvajemente el movimiento independentista de Kenia entre 1952 y 1960, llevando 1.500.000 kenianos a campos de concentración donde muchos fueron esclavizados, torturados y asesinados.

El Gobierno de Su Majestad, Isabel II heredó una riqueza asombrosa de 4,5 billones de US$, producto del saqueo de la India, hasta el asesinato de Mahatma Gandhi por luchar por su independencia.- Incluso la guerra por su independencia en 1857-.

El gobierno de Su Majestad llevó a cabo una guerra sucia para acabar con la guerra greco-chipriota en la guerra por la independencia entre 1955 y 1959. Y luego en Yemen, entre 1962 y 1969. 

Trás una prolongada demanda el gobierno de Su Majestad, aceptó pagar 20 millones de libras esterlinas a los familiares de las víctimas del genocidio en Kenia.

Participó también durante su reinado de 70 años, del desmembramiento de Yugoslavia, con sus «primos» del imperio Yanqui durante 78 días de bombardeos que provocaron una masacre de la que emergieron estados como Serbia, Montenegro, Bosnia, etc.-

El gobierno de su Majestad, siempre intento obstruir los juicios de su pasado colonial.Sus asentamientos son una pequeña fracción de la compensación pagada a los dueños de los esclavos británicos en 1835, una vez que se abolió la esclavitud.-

Siempre construyeron su grandez con la piratería, como cuando en 1580, el pirata Henri Drake, abortó un galeón español que traía un gran cargamento de oro y plata

que le valió al imperio pagar sus deudas y nombrar Caballero del Rey al pirata Drake.

Durante su reinado de 70 años, Su Majestad nunca pidió disculpas ni pidió reparaciones porque el objetivo de la jerarquía social y la aristocracia es mantener un sistema de clases que haga a todo el resto del pueblo británico sentirse inferiores.

La monarquía es  la base del gobierno hereditario y la riqueza heredada. Este sistema de «casta» desde la Casa de Windsor, amante de los nazis, como el Príncipe Eduardo VII que no asumió como Rey y fue obligado a renunciar y no por amor como se tituló por casarse con una divorciada americana, que estaba en la mira del FBI por sus contactos con los nazis.

Este sistema de castas se filtra desde la Casa de Windsor, hasta los órganos de seguridad del Estado y el ejército. Regenta a la sociedad y mantiene a las personas, especialmente a los pobres y la clase trabajadora, en el «lugar adecuado». 

La clase dominante británica se aferra a la Realeza y a íconos culturales que se desvanecen como James Bond, los Beatles y la BBC.Estas máquinas de mitos sustentan la relación especial de Gran Bretaña con los EEUU.-

Durante mucho tiempo se ha dicho en referencia a las colonias del Reino Unido, que «el sol nunca se pone en el Imperio Británico» por las 54 colonias distribuidas en todo el planeta, signado por la esclavitud, los campos de concentración, las ejecuciones y las torturas.

Muchas de las ex-colonias del imperio, que se conocen como Mancomunidad de las Naciones, están debatiendo, ahora que la Reina Isabel falleció, cortar los lazos de dependencia, como ocurre en estos momentos en la República de Barbados en el Caribe. La reina difunta, en sus 70 años de reinado, nunca permitió la independencia de los pueblos sometidos en sus colonias.

En 1947, en su cumpleaños número 21, y cinco años antes de ser coronada como reina, Isabel dijo:» Declaro ante ustedes que toda mi vida, sea larga o corta estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que pertenecemos». Isabel pronunció este discurso en Sudáfrica, un año antes que la minoría blanca impusiera las políticas racistas del apartheid que contó con el apoyo del Imperio Británico y de EEUU.

La responsabilidad de la Reina Isabel, por más que lo trate ocultar, en las grandes decisiones del Siglo XX, han sido de gran magnitud, a pesar de que por Ley, los reyes no participan en política ni en la formaciones de los respectivos gobiernos, pero, y esto es muy importante a la hora de adjudicar culpas y responsabilidades, ya que también por Ley ningún proyecto político, aún aprobado por el Parlamento, y la Cámara de los Lores, no tendrá vigencia sino lleva la firma final del Rey o de la Reina en cuestión. La Reina no podía ignorar, que miembros de su familia real, pusieron parte de sus fortunas en los «Paradise Paper», especialmente en Jamaica, miembro de su comunidad.

Por otra parte, hay un anhelo patético entre muchos ciudadanos de la élite de EEUU, de estar vinculados de alguna manera tangencial con la realeza. Los amigos británicos blancos a menudo tienen historias sobre antepasados que se relacionan  con algún oscuro aristócrata. Así es como Donald Trump, quien diseñó su  propio escudo de armas heráldico, estaba obsesionado con obtener, cuando era presidente, una visita de estado con la reina. Este deseo de ser parte del «club» de aristócratas» es una fuerza poderosa que la clase dominante no tiene intenciones de abandonar, incluso si el desventurado y agrio rey Carlos III, quien junto con su familia trataron con desprecio a la Princesa Diana Spencer (Lady Di), hace algún desastre de su reinado. 

Yendo al «cipayismo» vernáculo, expresado en las actitudes, sobre todo en las élites de nuestro país, se comprende ya que la mentalidad colonial de sectores importantes de nuestra población es casi un pasivo que se traslada de generación en generación. Argentina, durante muchas décadas, desde la finalización de la guerra civil y hasta 1945, fue económicamente dependiente de Inglaterra, culturalmente de Francia, y militarmente de Alemania. En décadas posteriores la influencia de EEUU llevó que, en los últimos 40 años, Miami fuera el destino de las clases medias y altas, reemplazando a París, y las relaciones carnales del menemismo, junto al triunfo cultural del neoliberalismo forjaron en la conciencia de esas franjas poblacionales en las que EEUU era el país a  imitar, Hollywood mediante por supuesto.

La sobrestimación de lo extranjero y la subestimación de lo propio que se estigmatiza con el apotegma » este país de mierda», forma parte de la Biblia cipaya, alimentada desde nuestra tierna infancia con el axioma sarmientino «Civilización o Barbarie», donde la civilización es el poder económico local y su subordinación al poder económico de la respectiva potencia hegemónica y la «barbarie» es lo popular y los movimientos políticos que lo representa.

La muerte de la Reina de Inglaterra ocupó mas espacio en La Nación y en Clarín que el intento de asesinato de la Vice Presidenta de la Nación. Además, incluyendo en sus tapas un moño negro en señal de luto por la muerte de una reina que apoyó la apropiación ilegítima de nuestras Islas Malvinas y nada dijo sobre el hundimiento del crucero Gral. Belgrano fuera de la zona de exclusión, causando la muerte de mas de 300 marinos argentinos, soslayando las invasiones inglesas de 1806 y 1807, y la ocupación de las Islas irredentas en 1833, mas todos los espurios negociados con los exportadores de carnes y el escándalo de los frigoríficos, que costó un intento de asesinato a Lisandro de La Torre en el Senado de la Nación, mas el préstamo usurario de la Banca Barhing-Brother que se termino de pagar casi un siglo después.

Ni habla de la clase política de la derecha argentina, compungida en sus mensajes de condolencias con aires de nostalgias de volver a ser dominados por alguien de «cultura superior».

Todo este lamento del» cipayismo» argentino, tiene sus orígenes en nuestra Historia cuando en 1815, José María de Alvear, a solo dos semanas de asumir como Director Supremo de el Río de la Plata, envió a Río de Janeiro a Manuel José García, un cipayo superlativo, el que debía entregar al Embajador Británico en Brasil, Lord Strangford, una documentación a través de la cual ofrecía al Ministro Inglés de Relaciones exteriores el dominio del Río de la Plata, asegurando en uno de sus párrafos lo siguiente: «En estas circunstancias solamente la Nación Británica puede poner remedio a tantos males acogiendo en sus brazos a estas Provincias que obedecerán su Gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer y evitar volver a la servidumbre y esperan de la sabiduría de esa nación una existencia pacífica y dichosa»

Pero más acá en el tiempo hay que recordar cuando Mauricio Macri ante el ex Rey de España, Juan Carlos, le explicó «cuánta angustia debieron haber sentido los Revolucionarios de la gesta de Mayo en 1810 al independizarse de España.

!!Señor Juez, no más palabras!!

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