Muchas veces, las Cafesg es relacionada con obras públicas. Sin embargo, Ángel Giano, primer vocal del organismo, señaló que hay áreas como el microbanco cuya labor es intangible. “Quien lo puede contar es el beneficiario. Acá hay mucho más boca a boca que tapa de diario”, indicó.
El programa nació en el 2005 “cuando en Concordia había un 60 % de desocupación” para fortalecer la economía social. “Es decir aquellos emprendedores que no podían obtener un crédito en una entidad bancaria”, recordó. Se formó un fideicomiso del que participan un polo tecnológico conformado por la Universidad de San Martín, la Comisión Nacional de Energía atómica, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial). Las entidades mencionadas evalúan los créditos (para empresas agropecuarias el INTA y para comerciales, industriales o servicios el INTI).
“Luego de seis años podemos decir que ha sido un éxito. Hemos otorgado créditos por seis millones de pesos, un millón al año, a 500 emprendedores en los ocho departamentos que funciona este programa”, indicó Giano. La tasa de recupero es del 95 % y los beneficiarios deben realizar una capacitación previa a la entrega del dinero. “Que sepan el nivel de riesgo que se asume porque no se quiere generar un problema mayor dándole un crédito que no pueda devolver por más que haya una garantía”, puntualizó.
Roxana Godoy, coordinadora del programa del microbanco, señaló que el monto máximo que se puede otorgar ronda los $ 30.000. En promedio, se entrega entre $ 12.000 y 15.000 por emprendedor. La tasa de interés de los créditos varían en cuanto al monto que se requiera y si se trata para emprendimientos nuevos o que ya están en marcha. Por ejemplo, hasta $ 3.000, para ambos casos, son a tasa 0 %. Montos para empresas nuevas de entre $ 3.000 y $ 5.000 tienen una tasa del 6 % anual y mayores a esa cifra 9 %.
Para negocios en marcha, los créditos de $ 3.000 en adelante tienen una tasa del 12 % anual.
Hay personas que recibieron hasta cuatro créditos sucesivamente. Un equipo de la Cafesg evalúa que la empresa funcione correctamente antes de aprobar el pedido de un nuevo crédito. El microbanco ha financiado empresas de servicios como peluquerías, talleres mecánicos como tornerías, gimnasios, panaderías; industriales como la fabricación de indumentaria o agropecuarias como la cría de cerdos, horticultura y actividades apícolas.
El vocal señaló que el microbanco fomenta un cambio cultural sustentando la cultura emprendedora sin entregar subsidios ni estableciendo las dificultades para el acceso que predomina en los bancos. “Hoy los bancos son más excluyentes que incluyentes”, indicó.
Para Giano, hay un déficit en el sector educativo. «Históricamente se ha formado para ser un empleado en relación de dependencia y lo que se trata de lograr es que se animen a tener su propia empresa independiente”, dijo. Desde chiquito nuestros padres nos decían ‘trabajá o estudiá’. Y trabajar era ir al banco, al ferrocarril o a un comercio. Acá lo que se trata de es generar otro tipo de economía, de trabajo mucho más satisfactorio, familiar”, señaló.
En tal sentido, además del crédito, desde la Cafesg se los ha capacitado en el ítems tales como costos, marketing, manejo de personal, etc. “Hay que lograr que las que están caminando se fortalezcan y crezcan y los que necesiten dinero para comenzar tengan el apoyo estatal”, indicó. “Uno puede capacitar para el trabajo pero después hay que apoyarlos financieramente para que puedan crecer”, agregó luego.
Uno de los beneficiarios de un microcrédito fue Amalia Espinosa. Propietaria de una rotisería en el barrio Gerardo Yoya que funcionaba con anterioridad a la entrega del crédito, señaló que debía ocupar parte de su vivienda para que funcione el comercio. “Yo fabrico pizzas, hago de todo un poco”, indicó. No obstante, además de ver reducido el espacio familiar, el negocio pasaba como desapercibido en el barrio. “Estaba como escondido, no se veía”, indicó.
En consecuencia, Espinosa se propuso ampliar el local. A principios de junio obtuvo el dinero y lo invirtió posteriormente en un salón donde ahora pueden comer sus clientes. A partir de ese momento, aseguró que tuvo mucho más ventas. “Para empezar me re-sirvió”, dijo.
De ahora en más tiene dos años para devolver el dinero. “No tengo problemas en devolverlo. La plata se junta; las ventas son mayores”, manifestó la emprendedora. Consultada sobre si meditó acudir a otra fuente de financiamiento, admitió que nunca concurrió a ningún banco a tal efecto. “La mayoría de la gente con la que yo consultaba me decían que te recargaban mucho. Entonces no me animaba, pensaba que no lo iba a poder pagar”, indicó. Y la posibilidad de ahorrar para invertir no es fácil. “A medida que voy ‘casando’ plata, voy pagando cuentas y reponiendo mercadería. Estoy pagando una heladera”, indicó.
Microcréditos municipales
La secretaría de Producción de la municipalidad también ofrece micro-créditos para emprendedores. El programa nación en la gestión del ex intendente Hernán Orduna. No fue la mejor época para salir con un programa de esa naturaleza debido a que la mayoría de los beneficiarios no devolvía el dinero por la falta de ingresos.
En 2011 entregaron más de 200 créditos. Para personas físicas es de hasta $ 2500 y para personas jurídicas, como las cooperativas de trabajo, de hasta $ 4000. Se otorgan con garantías de terceros y el índice de cobrabilidad es mayor al 95 %. El sistema se autofinancia con una tasa del 15 % anual (1,25 % mensual), lo que permite a recuperar la “pequeña tasa de incobrabilidad” que tiene el sistema.
El perfil de los beneficiarios está bien definido respecto de las 25 cooperativas de trabajo que presentan servicios construyendo viviendas y obras públicas como cordón cuneta, etc. Entre las personas físicas se puede enumerar: artesanos, horticultores, talleristas metalúrgicos, gomeros, herreros, etc.
“Actividades de comidas hay muchísimas, desde aquellos que quieren comprarse un hornito para pizzas, insumos básicos para hace empanadas o harina porque algunos quieren dedicarse a vender churros. Ahí estamos ayudándolos con un pequeño crédito”, indicó Loggio.
El funcionario destacó que todo lo que viene del Estado tiene mucho más flexibilidad. “Nosotros en estos casi cinco años de gestión jamás enviamos a alguien a ejecución fiscal”, indicó. Si algún beneficiario tiene inconvenientes financieros, mediante el diálogo se procura llegar a una solución. “Lo podemos conversar, armar un plan de pagos, le damos más cuotas pero nunca jamás ejecutamos a nadie”, señaló.
De todas formas, el municipio informa al Centro de Informaciones Comerciales si algún usuario se coloca en situación de morosidad. De esa forma se le cierre el crédito en otras instituciones. “Allí vienen a arreglar inmediatamente”, señaló.
Loggio señaló que de esa forma el municipio pone su granito de arena para estar en sintonía con los tiempos políticos que se viven a nivel nacional. “Hay una política muy clara en torno al desarrollo productivo del país. El Banco Central, a partir de la reforma que tuvo últimamente, lo va a obligar al sistema financiero a prestar dinero en el sector productivo”, recalcó.
“Tengo decenas de casos para contar que empezaron de la nada y hoy los vemos funcionando con un pequeño taller o panificación o huertas o invernáculos”, dijo el funcionario. La economía social debe suplir las falencias de la economía formal. “Cuando hay una ralentización del proceso económico como la que estamos viviendo en estos momentos, se cierran los mercados mundiales y eso necesariamente impacta en la economía formal”, señaló. Por ello, resaltó que se les debe dar una oportunidad a los ciudadanos que tienen un saber o un oficio para que lo desarrolle con una pequeña ayuda económica.
Tasas siderales
En el mercado, los créditos existentes de más rápido acceso provienen de las financieras. Simplemente con un garante que presente recibo de sueldo de un empleo en relación de dependencia (no se aceptan monotributistas), se entregan los créditos. Pero las tasas de intereses son prohibitivas.
Por ejemplo, en un negocio ubicado en calle San Martín, un crédito de $ 5.500 puede ser devuelto en 14 cuotas de $ 699. Al cabo de un año y dos meses, un microemprendedor debe devolver casi el doble: $ 9.786. Un crédito más chico, de $ 3.000, cuesta 12 cuotas de $ 445. En definitiva, le cuesta nuevamente casi el doble, $ 5.340. En otro local de préstamos ubicado en la galería Entre Ríos, un crédito de $ 3.000 puede ser restituido en 6 cuotas de $ 699 ($ 4194) o en 12 de $ 450 ($ 5400).
Otra opción son los bancos que ofrecen créditos para ampliar el capital de trabajo o para adquisición de bienes de capital. Uno de ellos es el Credicoop. En la sucursal local explicaron que los préstamos están disponibles únicamente para empresas en marcha dado que no hay líneas abiertas para quienes deseen comenzar con un negocio desde cero. “No somos kamikazes”, graficó una empleada. Por lo tanto, un microemprendedor sin un negocio en funcionamiento se encuentra con la puerta cerrada.
Aún teniendo un negocio en marcha, tampoco es fácil acceder a un crédito. Se requiere un año como mínimo de antigüedad y balances aprobados por un contador. Si bien las tasas de interés del Credicoop son accesibles en comparación con otras entidades financieras similares (generalmente rondan el 18 % anual), generalmente se pide una garantía hipotecaria para los créditos. Aún así los números son auscultados para saber que tan buena es la salud financiera del solicitante.
“La intención del banco no es quedarse con una casa sino que devuelvas el dinero”, explicó la empleada. Una excepción son los créditos de importes menores a sola firma, pero para ello se requiere demostrar un movimiento importante y convincente en la cuenta corriente.
El Credicoop ofrece créditos a tasa 0 %, según se publicita en la página web. El banco financia hasta el 80% de la inversión a realizar y los montos oscilan entre un mínimo de $ 5.000 y un máximo de $ 1.000.000. No obstante, según explicaron en la sucursal, el dinero para ese tipo de operatoria proviene de la Nación que reparte un monto determinado entre todos los bancos que a su vez lo debe distribuir a cada sucursal. En consecuencia, hay muchos más demandantes de crédito que dinero a prestar.