El titular de la ONG dijo que el municipio envía funcionarios cuando se abre un kiosco en cualquier esquina porque lógicamente deben regular la forma en que se ejerce la actividad comercial. En consecuencia, a su criterio, lo mismo debería hacer cuando se venden animales dado que es una práctica que algunas personas ejercen periódicamente.
Además existe una ley provincial que data de 1976 que declara “obligatoria la vacunación antirrábica de perros y gatos”. Por lo tanto, sostuvo que debería controlarse que la misma se cumpla.
En ese sentido, dijo que hay muchas personas que no saben lo que es tener un perro de gran porte ni están en condiciones de tenerlo. Si el animal está bien tratado y alimentado, no se va a transformar en un peligro. Pero si tiene potencia de mordida, masa muscular y un gran porte, es difícil de controlar para quienes no estén preparados.
“Cada uno sabe que animal puede tener en su casa. En un departamento no se puede criar un manto negro ni tampoco un collie por su tamaño”, indicó. Además hizo hincapié en la edad. Hay muchas personas de edad avanzada que en sus casas tiene animales que en sus casas pueden ser peligrosos sin necesidad de que sean de las razas individualizadas como peligrosas”, señaló.
La ordenanza que crea el Registro Municipal de Perros Potencialmente Peligrosos especifica que ejemplares puros o de cruza pueden responder a estas características: Bullmastiff, Doberman, Dogo argentino, Dogo de Burdeos, Fila brasilero, Mastín napolitano, Pit Bull, de presa canario, Rottweiler, Staffordshire, Tosa Japonés y Ovejero Alemán.
Froy explicó que un perro mestizo cualquiera de “tamaño importante” puede ser peligroso. Pero más allá de la raza o el tamaño, un perro puede ser peligroso por su crianza. Muchas personas que viven solas y tiene animales para defenderse, los mantienen atados en el patio la mayor parte del día. Están solos, sin contacto con nadie, y cuando llega una visita el perro puede ver una amenaza potencial y asume una actitud defensiva. O si se suelta y sale a la calle, no tiene parámetros para saber en que situación está en peligro y en cuales no.
El titular de Conciencia Animal pidió que no se demonice ninguna raza ni a los perros en sí. “Hay que tener a los animales en el lugar adecuado y contenido por la familia que lo tiene”, indicó.
La ordenanza de perros peligrosos establece además del registro de ese tipo de canes, que en los lugares y espacios públicos “vayan dotados de collar, correa o cadena y bozal”. Sin embargo, Froy acotó que se ve a diario gente que pasea con los perros sueltos y con las correas en la mano. “A mí personalmente no me asusta, trato de mantenerme tranquilos siempre, pero hay personas que sienten temor cuando ven un perro grande”.
Según los especialistas, el temor en un ser humano genera una reacción negativa en los perros. “Empiezan a generar algún tipo de aroma que lo detecta el animal. Se arriman a olfatear cual es la fuente y la persona obviamente se pone más nerviosa. En ese momento, puede llegar a recibir un ataque”, indicó.