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Menos camas para más pacientes

El Masvernat cuenta con 260 camas a las que se suman las 50 del Sanatorio Concordia y las 70 del Garat. Pero la población de Concordia ha crecido en forma importante durante los últimos 20 años. “Ha crecido la población pero no las camas. Hay que rever todo eso. Hay que plantificar a coto y mediano plazo que es lo que se va a hacer para solucionar eso”, dijo Ziggioti.

La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de ocho camas por cada mil habitantes. Pero Concordia reúne un promedio de 2,2 camas cada 1.000 habitantes. Un cifra muy inferior.

“La demanda de camas es un problema que se repite día a día”, indicó Ziggioti. Los pacientes esperan en la guardia que se desocupe una cama en la sala para poder ingresar. La problemática no sólo abarca a las salas de internación general sino también de terapia intensiva. “Ahí van destinados los pacientes graves con enfermedades graves o politraumatizados”, indicó el responsable médico del hospital Masvernat.

El Masvernat es un hospital materno infantil y de adultos al mismo tiempo. Y recibe pacientes de todo el norte entrerriano. Incluyendo Federal, Feliciano, Chajarí, San Salvador y hasta del sur de la provincia vecina de Corrientes.

Esta noche había 13 pacientes en terapia intensiva. “El límite de la terapia es de 10 pacientes y tuvimos que habilitar tres camas más en una sala que estaba destinada a emergencias coronarias”, explicó. La alta demanda se debe, en parte, a la incidencia de las enfermedades respiratorias en la población, infartos y problemas cardiovasculares.

Mientras está en el hospital, ningún paciente queda sin atención. Zigiotti resaltó que hay médicos de distintas especialidades de guardia las 24 horas Incluso, quienes necesiten respiración asistencia mecánica pueden ser asistidos en la guardia. “En el shock-room que es una sala destinada a pacientes complejos que tiene respirador con monitores”, manifestó. Pero se trata de una estadía transitoria, de unas pocas horas, previo a ser trasladado.

En el caso de que un paciente en estado crítico no encuentra cama, se lo deriva a una institución privada. “Pero nos encontramos con el problema de que en las instituciones privadas también están ocupadas las camas el 100 % de terapia fundamentalmente en el Garat y en el Concordia”, señaló el director médico. Por ende, admitió que se quedan sin lugares donde derivar.

Abandono y cierre

Ángel Pared, jubilado ferroviario de 83 años, fue administrador del antiguo Policlínico Ferroviario por espacio de cinco años y elegido por los 3 gremios ferroviarios (La Fraternidad, Unión Ferroviaria y APDFA). Pared remarcó que el radio de acción de la institución que, contaba con 80 camas de internación y cerró a principios de los 90, era regional y venían pacientes para atender de toda la Mesopotamia, parte de Santa Fe y hasta el sur de la provincia de Buenos Aires.

La institución perteneciente a la obra social de la mutual ferroviaria tenía un personal médico “muy destacado”, remarcó el ex trabajador ferroviario. “Era lo mejor que había en Concordia y con todos los servicios que demandan asistencia médica”, indicó. Entre ellas, la terapia intensiva. “Era un servicio que se lo conformó y se lo estructuró para que sea útil a la asistencia de todos los ferroviarios no solamente de Concordia”, recalcó.

En un principio, el Policlínico sólo atendía a afiliados del ferrocarril. Pero en los últimos tiempos se realizaron gestiones y se logró ampliar la internación para abarcar a personas que no trabajaban en los ferrocarriles ni a sus familiares. “Cómo era un ejemplo de la mejor atención mucha gente quería ser atendida en el Policlínico”, recalcó.

Pared lamentó que el Policlínico luego se haya abandonado y posteriormente cerrado debido a la política de privatizaciones que provocó el desprendimiento del Estado nacional del ferrocarril Urquiza. La famosa frase “ramal que para, ramal que cierra” tuvo consecuencias también en otros ámbitos. “El aporte que era de ese servicio ferroviario que desapareció y no pudo seguir sustentándose el Policlínico”, dijo.

Más adelante, el jubilado dijo que se debería analizar si sería factible recuperar el edificio para que vuelva a funcionar como prestador de salud. Suena utópico teniendo en cuenta que en la actualidad la municipalidad lo ocupa como oficinas de varias reparticiones y se adaptó para tareas administrativas.

Los consultorios externos funcionaban en la planta baja y algunos servicios como radiología. En el primer piso estaban las habitaciones destinadas a la internación y en el segundo el servicio de Maternidad. “Era un ejemplo, era extraordinario, un servicio muy especial que todo el mundo agradecía profundamente la asistencia ahí”, recalcó.

De todas formas, remarcó que daba “lástima” ver un edificio “ocioso que no sirve a los fines de su creación”. La razón le asiste en parte. A pesar de que hace aproximadamente una década que fue reabierto el edificio, sólo se utiliza la parte sur que tiene como salida calle Carriego y la planta baja del sector norte que linda con La Rioja y Roque Sáenz Peña. En cambio, el primer y segundo piso siguen cerrados.

“Se está deteriorando cada vez más todo. Se llovía.  No se si lo repararon o no, creo que a medias, pero se sabe que un edificio de esa dimensión, cuando no es atendido y no se hacen las reparaciones que corresponden” sufre un deterioro notable.

El jubilado no negó que el lugar sigue siendo caro a sus sentimientos como al de todos los trabajadores ferroviarios.  “Era un orgullo para nosotros y lo queríamos, lo defendíamos y lo sustentábamos. Pero después vino el exterminio del servicio ferroviario y se terminó todo. Cuando uno piensa lo que fue, me dan ganas de llorar cuando paso por el Policlínico sabiendo lo que era”, dijo por último. 

 

 

 

 

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