“Memorias:
El mural que estaba casi llegando a una esquina de la Escuela Normal, ahora tapado por la rectoría, tenía los rostros y nombres de desaparecidos de nuestra ciudad. Fue parte de un proceso que para mi y para amigues, compañeros/as de la secundaria, significó participación y aprendizaje sobre el movimiento por los derechos humanos en nuestro país. Las Jornadas Identidad y Memoria que durante años se sostuvieron para lxs estudiantes de secundaria, el acompañamiento a los juicios, el conocer las historias de los desaparecidos, de sus familiares, de lo que defendían y lo que les hicieron… Me animo a decir que formó a muchos de nosotros.
También hay murales dentro de la escuela, que creo aún sobreviven, que cuando pasaba por la escuela, si se podía, me gustaba pasar a ver. Porque son el testimonio de ese aprendizaje, la afirmación de un compromiso de por vida, el testimonio de que la memoria de los 30mil, de sus banderas y luchas, tuvo y tiene quienes la mantengan encendida.
El olvido no pasa por blanquear un muro. El olvido pasa por la ausencia del recuerdo. Hay olvido si esa historia se pierde, si no se la cuenta. Porque si algo aprendimos de las madres y las abuelas es que la supervivencia del pueblo trata de contarnos nuestras historias, y eso sucede la más de las veces de boca en boca. Entonces el mural puede no estar, pero arriesgo y afirmo que la memoria no se corta ahí, mientras haya quienes la recordemos.
Perdonen el momento de nostalgia adolescente en una fecha que significa mucho más, pero está justificado: fue en esas épocas que decidí ser hijo de esa historia y no del olvido.”
