Mas testigos acusan a Von Wernich de pedir dinero para supuestos viajes de presos detenidos

«Mi hermano me contó que fue salvajemente torturado y que en las sesiones estaba Von Wernich», declaró Adelina «Mona» Moncalvillo al hacer referencia a la desaparición de su hermano Domingo.
Precisó que Domingo fue detenido en diciembre de 1976 en La Plata y que desconocieron su paradero hasta marzo de 1977 cuando un comisario se acercó hasta su casa y le dijo que su hermano estaba detenido en la Brigada de Investigaciones de La Plata.
Moncalvillo relató que pudo visitar en varias oportunidades a su hermano y que en al menos dos ocasiones se encontró en la Brigada con un sacerdote que se presentó como Chistian Von Wernich.
Agregó que a través del sacerdote, el entonces jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, le había propuesto al grupo que integraban Domingo Moncalvillo, María Magdalena, Pablo Mainer, Cecilia Idiart, María del Carmen Morettini, Liliana Galarza y Nilda Susana Salomone, permanecer cinco años presos o salir del país.
La periodista recordó que su padre entregó dinero a pedido del sacerdote para el supuesto viaje al exterior de su hermano y que en una de las últimas visitas Domingo le dijo que «tenían los documentos listos pero le extrañaba que le faltaban las fotos».
Agregó que en ese momento «tuve la peor de las sensaciones» y rememoró que desde el 30 de noviembre de 1977 no tuvieron más noticias de su hermano ni de los otros 6 detenidos, de acuerdo a las conversaciones que mantenían con sus familiares.
Detalló que en 1984, a partir de la declaración ante la Conadep de un ex policía, supo que su hermano había sido asesinado junto a Cecilia Idiart y Nilda Susana Salomone y sus cuerpos incinerados en el centro clandestino de detención conocido como Puesto Vasco.

Ratificación

María Ines Arbio, la esposa de Domingo Moncalvillo, ratificó también que el sacerdote «era el encargado de juntar los fondos y conseguir la documentación para el supuesto viaje al exterior» y dijo que lo vio en varias oportunidades en la dependencia platense.
«Era el que les brindaba asistencia espiritual a los detenidos y con los familiares tenía una actitud de bondad y aliento», declaró este lunes la mujer ante el Tribunal Federal.
Lo calificó como «un enviado del diablo» y aseguró que mandó al grupo de los 7 jóvenes «a la muerte, porque armó una pantalla para un viaje, junto el dinero, y nunca los sacó del país».
Otro testimonio

Un relato similar hizo ante el Tribunal Adriana Idiart, la hermana de Cecilia, que también se encuentra desaparecida y que según la declaración del ex policía fue asesinada junto a Moncalvillo.
«El cura pidió dinero a mi madre para sacar a Cecilia del país y se le entregaron 1.500 dólares. Al acercarse la fecha del viaje pidió que le preparáramos ropa y entonces mi mamá compró una valija, bolsos y ropa nueva», declaró.
Relató que «el cura sugirió que mi hermana iría a Brasil y que debíamos darle dinero suficiente como para vivir un mes en Brasil, por si no conseguían enseguida un trabajo».
«El cura no usaba la palabra detenida, decía que ella (Cecilia) estaba ïretenida’. Y decía que él les daba (al grupo de los siete) apoyo espiritual y que así les fue cambiando su forma de pensar , los había rehabilitado y estaban preparados para salir ya que eran buenos chicos», destacó.
Cecilia Idiart, quien tenía secuelas de poliomielitis y era oriunda de Bragado, fue secuestrada de su casa en la ciudad de La plata, el 15 de diciembre de 1976.
Durante 7 meses, la familia de la joven no supo dónde estaba detenida hasta que ella misma se comunicó con su madre y le dijo que estaba en la Brigada de Investigaciones de La Plata y que podían ir a visitarla.
“Cuando fuimos a verla ella estaba bien, contenta, dijo que estuvo de un lado para otro y que a partir de que llegó a la Brigada, tuvo una atención privilegiada, que estaban como unas reinas», recordó Adriana Idiart.
La mujer relató que visitaron en varias oportunidades a Cecilia e incluso festejaron su cumpleaños, llevando un lechón y una torta, armándose una celebración de la que participaron autoridades de la Brigada y el propio capellán imputado.
«Von Wernich iba seguido a casa. Cuando venía de La Plata, antes de ir a Nueve de Julio (donde oficiaba en la Catedral), pasaba por casa y nos dejaba cartas de Cecilia y antes de retornar a La Plata, pasaba y recogía una encomienda con comida que mi madre preparaba para Cecilia y los chicos», detalló.

Recolector

Idiart recordó que el cura «pidió dinero, dijo que le tramitarían el pasaporte, el DNI, todo y que él acompañaría a los chicos hasta su viaje. Supuestamente iban a salir en tres grupos, por seguridad de ellos».
«Un día llegamos (a la Brigada) y nos dicen que se había ido una chica, creo que Liliana Galarza, a Chile. Luego se fue otro grupo y finalmente un día nos dice que Cecilia recién se fue, así que nos pusimos contentos porque pensamos que ya estaba rumbo a Brasil», precisó.
Al pasar el tiempo y no tener noticias de Cecilia, su familia comenzó a averiguar y se fueron a 9 de Julio, en cuya diócesis estaba Von Wernich, quien atendió a la madre de la secuestrada.
«Le dijo que tuviera paciencia, que no estuviera tan ansiosa, le decía ïvio cómo son los chicos, tardan en comunicarse y tiempo después cuando quiso volver a verlo, ya no lo encontró», relató.
Pasados dos meses, la familia Idiart recibió un telegrama en el que el ex jefe policial, Miguel Etchecolatz, citaba a la madre de la secuestrada y al presentarse el genocida le preguntó qué noticias tenían de Cecilia Idiart.
«Mi mamá le dijo que ellos tenían que saber dónde estaba Cecilia, pero él (Etchecolaz) le dijo que ïnosotros no sabemos nada y estamos más preocupados que ustedes, ustedes eran colaboradores nuestros y tenemos más miedo que ustedes por saber dónde están estos chicos», afirmó.
Adriana Idiart explicó que según pudo saber, su hermana y los otros jóvenes colaboraron realizando tareas de oficina y que seguramente al tomar contacto con expedientes y actas comenzaron a «saber mucho» sobre el accionar de los represores y eso derivó en su eliminación

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