Martínez Garbino le envió una carta a Busti : le sugiere no insistir con la Reforma

Motivan estas líneas las difíciles circunstancias que hoy nos toca transitar a los entrerrianos. Dificultades que más se deben a los permanentes desencuentros de sus dirigentes que a causas reales.
Opino que Usted tiene, en este tránsito, la mayor responsabilidad, pero no es el único. Por lo tanto, es quien debe actuar con el compromiso y la sabiduría que la hora requiere.
Distintas iniciativas, de amplio conocimiento público, ponen en este presente en riesgo real a la mejora de nuestras instituciones.
¿ es oportuno intentar una reforma de la Constitución cuando la deserción escolar es angustiante y la crisis educativa se agudiza, siendo la única herramienta que nos permitiría salir de una crítica y creciente situación de clientelismo político; cuando la salud está quebrantada y preocupan los índices de desnutrición y mortalidad infantil; cuando la inseguridad campea a lo largo y ancho de la provincia ?.
¿Puede considerarse esta situación descripta, como producto de la falta de la tan ansiada reforma, o no será la resultante de la falta de una verdadera voluntad política de solucionarlo?
¿Es conveniente hablar de la reforma constitucional cuando se reemplaza la FIA por una Oficina Anticorrupción creada por decreto, que depende del propio gobierno, y desnaturaliza lo que deben ser los organismos de control, siendo usada como instrumento de presión política?
Me pregunto si es bueno pregonar la reforma constitucional cuando, con el uso extorsivo y discriminatorio de los dineros públicos, se ha montado un fabuloso aparato publicitario periodístico que tiende a desinformar y generar temor en los diversos actores sociales y políticos provinciales.
Sobre todo, creo que no es serio plantearse la reforma constitucional, al solo efecto de garantizar un proyecto reeleccionista, buscando por esta vía solucionar las internas del Partido gobernante.
¿De qué serviría una consulta popular cuando aparece tan teñida de dudas y sospechas? ¿No se profundizarían con ella las divisiones en nuestra sociedad, agregando más incertidumbre y descrédito al que ya existe?
Si es cierta su voluntad de mejorar las instituciones, ¿por qué esperar la reforma constitucional, cuando por ejemplo, Usted mismo ha intentado mejorar al Poder Judicial creando el Consejo de la Magistratura por decreto?

¿Acaso no se puede proceder por vía parlamentaria a las reformas política y electoral, y sancionar el Régimen Jurídico Básico?
Es tiempo ya de plantearnos salir de los permanentes desencuentros, que tantas frustraciones nos han causado, y de iniciar un diálogo serio y público, que comprenda a todos los sectores de la sociedad entrerriana, con grandeza y sin mezquindades ni exclusiones; debe convocarse a todos los que tienen vocación de mejorar las instituciones, y en lo partidario específicamente a la Unión Cívica Radical, cuya historia de grandeza no puede ser olvidada.
Seguramente, de existir esa sincera voluntad de cambio, nos sorprenderemos con los consensos que pueden lograrse, y si hay acuerdos sobre los temas transcendentales, hasta podemos pensar en dejar en manos de los mejores hombres y mujeres de la provincia la tarea reformista, saliendo de los estrechos marcos partidistas, y respetando la voluntad popular expresada el 23 de noviembre de 2003.
Para finalizar, Señor Gobernador: superemos nuestros propios errores y las diferencias inútiles, terminemos con los agravios personales. Las buenas y las malas noticias existen más allá de que matemos al mensajero. Se necesita de estadistas que se eleven de sus propios entornos y sean capaces de construir un futuro más democrático y equitativo, como nos merecemos todos los entrerrianos.

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