Martínez: ‘estamos como en Buenos Aires que la gente tiene miedo de salir a trabajar’

El sabado a la mañana, los conductores fueron a reclamar a la Jefatura de Policía y a Tribunales.

El viernes a la madrugada, luego de un llamado telefónico de un cliente a la base de “Remisses Orellana”, en avenida San Lorenzo oeste, Cordero, a bordo de un Fiat Uno blanco, fue enviado a un domicilio en calle Rivoli y Sargento Cabral. Pero no llegó a destino. Aún no se sabe que fue lo que sucedió en ese trayecto. El cliente volvió a llamar y enviaron otro auto ya que el operador, al intentar comunicarse con Cordero, no obtuvo respuesta.

“No sabemos si levantó (pasaje) o lo pararon”, acotó Martínez en dialogo con “Tarea Fina” (Radio Ciudadana-FM 89.7). La policía y el fiscal Martin Núñez comenzaron a analizar las cámaras de vigilancia ubicadas en el recorrido para saber quién o quienes iban acompañándolo.

En ocasiones, los remisses no entran en algunos barrios. Y solo acuden cuando llaman algún cliente. Pero eso no disipa el peligro ya que quienes piden el auto no salen de sus hogares hasta que llega el vehículo. Y el chofer queda esperando en la calle, corriendo el riesgo de ser asaltado.  

Por otra parte, Martínez manifestó que hace dos décadas que vienen asaltando a los remisses. Pero desde hace dos meses, los delincuentes ya no solo los amenazaban a los choferes con armas de fuego, cuchillos o poniéndoles un dedo en la nuca para sacarles dinero, la radio y la ticketera. Y comenzaron a lastimar a los trabajadores del volante. El miércoles pasado, hubo un asalto en el barrio Carretera La Cruz y el chofer fue herido.

Asimismo, Martínez dijo que la gente “está cansada de hacer la denuncia”. “Al remissero lo asaltan a las dos de la mañana, va la policía, lo tienen dos o tres horas al chofer, al otro día lo citan de vuelta para ratificar o rectificar la denuncia, tiene que ir a los tribunales. Es un trabajador y pasa dos o tres días sin trabajar. Y el chofer vive al día”, indicó. Y todo “termina en la nada”.

De la misma forma, el referente mencionó que existe un mercado negro de elementos que son sustraídos, como las radios y ticketeras, al que acudían los mismos choferes para comprar a las personas que cometían los ilícitos. “Era un círculo vicioso que no se terminaba”, dijo. Y si bien habían logrado frenarlo en un 80 o 90 %, al colocarles números identificatorios, fue solo por un tiempo. Luego los malvivientes optaron por comenzar a vender en otras ciudades lo que le arrebatan a los remisseros.

Mas adelante, dijo que en ocasiones se implementaban operativos por pedido de los trabajadores, pero les terminaban pidiendo los papeles al chofer del auto cuando en realidad están habilitados para poder trabajar por la municipalidad. “El problema es el que va adelante o el que va atrás”, acotó.

 

 

 

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