Marcha atrás de la Corte deja más expuesto juicio

El paso en falso comenzó a percibirse en la noche del miércoles. El TOF no había enviado todavía las actuaciones, lo que fue una señal de que el cimbronazo que había provocado la Corte había entrado en zona de riesgo. A las 7 de la mañana ayer, había una decisión de los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti -que volvió de urgencia desde el sur donde había disertado- de reveer los alcances de su orden al TOF. Además de las presiones oficiales y el pataleo mediático, el cuarteto detectó que, entremezcladas entre las críticas, hubo mensajes crípticos relativos a información de inteligencia sobre ellos. Algunos datos eran inocuos o desactualizados pero también se deslizó la posibilidad de que hubiera escuchas telefónicas sobre líneas pertenecientes a los miembros de la Corte. Olfatearon, sin mayores pruebas, una advertencia ligada a maniobras de espionaje. Eso alimentó las tensiones, la desconfianza interna y hasta cierta paranoia. Decidieron ponerse en alerta y rediseñar su estrategia. El martes no habían pedido las copias certificadas pero comenzó a trazarse como una opción para descomprimir que pudiesen trabajar en paralelo para definir la suerte de 9 recursos de queja. Trabajaron un texto en común que alertara que lo que se buscaba es evitar futuras nulidades en procesos penales con relevancia institucional. Y que nunca habían buscado obstaculizar el comienzo del debate.

Dos son cuestiones medulares que podrían estallar en pleno juicio: por qué se tomaron solo un 10 % de las obras como muestra para la pericia (y bajo qué parámetros se eligieron) y cómo la Sala IV de la Cámara de Casación tomó el análisis de todos los recursos de apelación, cuando la radicación original estaba en la Sala I. Los jueces de la Corte resolvieron abrir las quejas pero no las aceptaron ni las rechazaron. Ahora comenzará a jugar el tiempo para su resolución luego de este traspié, que dejó maltrecha la imagen de autoridad con la que pretendían erigirse. A esa altura, no había manera de sostener el ánimo con el que intentaron enviar un mensaje político las primeras 24 horas luego de su intervención en el caso “Vialidad”.

Pese a que el TOF 2 había hecho trascender que la suspensión del juicio era un hecho, no había consenso interno para ser el que sentencie el levantamiento de la audiencia del 21 el mismo miércoles. Para todos era obvio que sin el expediente principal era imposible iniciar el juicio, y que esa había sido la decisión de la Corte del martes pasado. Tras cavilar, ayer por la mañana decidieron incluir un sólo párrafo en su resolución obedeciendo al reclamo de la Corte sobre el giro de expedientes. Los jueces consideraron que no se debía absorber el costo político de la decisión del máximo Tribunal de suspender el juicio. Más porque estaba difuso si en el cuarto piso del Palacio de Tribunales iban a resistir los embates o podían devolver el expediente a tiempo para la realización del debate y, en ese caso, el responsable final de que no se llevara a cabo el juicio iba a ser del TOF, sin que la Corte se lo hubiese pedido expresamente. Lo que no sabían en la Corte es que el TOF -si no volvían los originales- iba a estampar su firma para levantar la audiencia hoy, o a más tardar el lunes. El juicio tendrá a Cristina de Kirchner en el banquillo, pero un comienzo tortuoso. Las defensas podrían insistir en que se traten nulidades al debate con los mismos argumentos que maneja la Corte. Y que el TOF no difiera su resolución a la sentencia sino que se expida de inmediato. A esa artillería que preparan los abogados para dinamitar el comienzo se agregará que ahora a la Corte no le preocupa el estado de avance del debate para tomar postura en alguno de los planteos a través de un fallo concreto. Si decidiera convalidarlos, significaría la implosión del juicio en pleno desarrollo.

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