Escribir a tientas, ensayando un punto donde afirmarse, en medio de un tiempo hecho pedazos. El futuro se puso en pausa, el presente se alteró y con él la fantasía del control. Una controversia que aturde cualquier interpretación de la realidad. Todo razonamiento parece frágil y entra en crisis en cuanto asoma. Nada es claro y ese está siendo el desafío a la hora de pensar una vez más, como cada año, el 8 de marzo, una nueva conmemoración, un nuevo Día de la Mujer, mientras se atraviesa un escenario crítico en la Argentina con las violencias de género.
Se ha hablado ya de la cantidad de femicidios en lo que va de este 2021, de hechos en los que el Estado podría haber actuado y no lo hizo. No se sabe aún con qué herramientas se cuentan para actuar en estas situaciones, aberrantes y desoladoras, que parecen no encontrar respuestas ni soluciones.
En esta realidad, en que aumenta la cantidad de casos, el Poder Judicial y la policía se revelan como ineficaces a la hora de prevenir las violencias contra mujeres que habían realizado denuncias de los agresores. Entonces resurge la discusión sobre uno de los poderes del Estado, el Poder Judicial. El poder que menos cuentas rinde democráticamente sobre un conjunto de cuestiones. A la vez que emergen visiones opuestas de viejas discusiones, ahora también se suma el tema de los femicidios, la violencia de género, en que aparecen voces ante las desavenencias de la justicia.
Días pasados, en una red social, publicó un texto Néstor García (Yuyo), padre de Micaela García, la víctima de un femicidio que, desafortunadamente, dio el nombre a la Ley Micaela. A partir del caso, el Congreso de la Nación Argentina sancionó la ley que establece que todos los funcionarios del Estado deben capacitarse en perspectiva de género.
Esto que sigue, es lo que escribió el papá de Micaela:
“Ayer, el Ministro del Interior de la Nación, Wado de Pedro, expresó: “El Poder Judicial tiene que escuchar. O se transforman o se van de un poder que busca igualdad y justicia”. Y esas palabras aparecen como un haz de luz frente a la tristeza, la desesperanza y la impotencia que nos da cada nuevo femicidio; porque recordamos que detrás de una denuncia o expediente cajoneado en un juzgado, ha estado la vida de una de nuestras hijas.
Siempre contamos los detalles del femicidio de Micaela, no porque queramos recordarla así, sino porque consideramos pedagógico explicar cómo el sistema de justicia fue factor clave para que Sebastián Warner, con libertad condicional a pesar de su condena por dos violaciones y los informes psicológicos que desaconsejaban este beneficio, secuestrara, violara, matara y desapareciera a Mica.
Mica nos enseñó que seremos recordadas y recordados por la forma en que elegimos vivir y no por la manera en que nos pueden arrebatar la vida. Y nos legó una lucha enorme, que a veces apenas entendemos, pero que nos ha comprometido hasta los huesos.
La Ley Micaela lleva el nombre de nuestra Negra, y refiere a la obligatoriedad en la capacitación en perspectiva de género para los agentes de los 3 poderes del Estado en todas sus jerarquías ¿Está la justicia federal y las provinciales capacitándose? ¿Se está citando a los agentes judiciales a capacitarse? ¿Se está sancionando a las personas que se niegan a capacitarse? ¿Se sancionará a aquellas personas de la justicia o del Estado que no procedan acorde a la perspectiva de género y que por ello no eviten femicidios y otros delitos graves?
Recuerdo que la Corte Suprema de Justicia se negó a ser capacitada esgrimiendo que se autocapacitaría. ¿Qué clase de poder es aquel que en democracia no dialoga con ningún mecanismo democrático? Algunos medios de comunicación insisten en que modificar lo más mínimo del poder judicial que se ha demostrado indiferente ante el riesgo de la vida de las mujeres violentadas es atacar su independencia y tiene un sentido político partidario. Déjenme decirles que el Poder Judicial no fue independiente cuando en vez de juzgar el mal desempeño del juez corresponsable del femicidio de Mica, lo protegió.
El poder judicial tiene intereses corporativos que no son ni los del pueblo ni el reclamo de justicia de las familias. Algunos medios que hoy aparecen como detractores y se ensañan contra las personas que señalan a la justicia por su incapacidad para resolver las necesidades de la sociedad, son los mismos que cuando nuestras hijas han sido asesinadas indagaron sobre sus vidas, moralidades e intimidades sin escrúpulos ni tapujos.
Mica me ha enseñado que el amor vence al odio y que hay que tener coraje para defender la verdad. Trato de seguir sus pasos, alentar a otras personas, ser crítico cuando veo a la dirigencia que no se hace carne de esta necesidad urgente y también reconocer cuando aparece el valor para internar una transformación que no puede esperar más.
Mica escribió: “Por la verdad se milita, por la verdad se da la vida. La lucha culmina cuando triunfa la revolución o cuando dejamos la vida en el intento para que la continúen otros”.
Creemos en tus palabras Mica, las queremos hacer acción”.
A propósito de la discusión sobre la actuación del Poder Judicial en los casos de violencia de género, el texto es esclarecedor y categórico. Tanto, que parece no necesitar agregarle nada más.
Tekoá, Cooperativa de Trabajo para la Educación.