“Como lo anticipaba el lunes, la dirección de LT15 tiene un nuevo proyecto de mañana, consistente básicamente en un programa ómnibus de 4 horas y media que se va a llamar Comprometidos, al cual -sinceramente- le deseo el mayor de los éxitos.
Este cambio, que obviamente implicaba el levantamiento de La Brújula, me fue anunciado el jueves 29 de diciembre, en medio de un programa. La dirección de la radio, de todos modos me ofreció sumarme a este programa ómnibus, pero de inmediato dije que NO. Y no lo dije porque tuviera problemas de trabajar con algunos de los integrantes del nuevo programa, cuya gran mayoría han pasado por La Brújula, sino que dije NO porque estaba y estoy convencido de que no hay argumento, sustento, justificativo para levantar La Brújula. Habrá que revisar los libros de historia para buscar antecedentes de levantamientos de programa en su apogeo, con altísimos índices de audiencia y de credibilidad. Pero estas son las reglas del juego y yo las acepto; pero ME VOY y me voy porque en la vida hay que tener convicciones, y no claudicar para defenderlas.
Muchos me van a tildar de lírico, pero convicción significa idea ética a la que se está fuertemente adherido, y yo tengo convicciones. Y quieren que les diga algo, si algunos de los niños que está escuchando o Facundo que hoy debe andar por los 15 años, le pregunta a su mamá «¿Por qué se fue Alejandro?» y la mamá le cuenta que fue por convicciones y le explica en qué consiste, ya me doy por satisfecho.
Quiero decir también que en 2004 hubo un intento similar, es decir de comenzar un programa ómnibus y sacar de la programación a La Brújula, y mi respuesta fue exactamente la misma a la Dirección: «Si levantan La Brújula, me voy».
Si la invitación a sumarme a este nuevo proyecto fue de circunstancia, porque sabían que me iba, nunca lo sabremos.
Desde el 29 de diciembre hasta aquí he reflexionado mucho, porque no es la primera vez que me pasa algo similar. Me he preguntado porqué tengo un promedio tan alto de no renovaciones de contrato, de despidos y pérdidas de trabajo sin haber sido en todos los casos, por decirlo de alguna manera, ni el peor ni el que menos trabajaba.
Y la respuesta que hallé es que Dios me da cada tanto la posibilidad de demostrar y de-mos-trar-me que soy libre e independiente, y que me puedo ir cuando algo no me gusta, que no necesito aire de radio o de TV para ser alguien, que no respondo a intereses corporativos. Esta condición, la de ser libre e independiente en acto y pensamiento, es inconmensurable y no la negocio, no la vendo por nada. Si los espacios se cierran del todo, pondré un quiosco o será el momento de partir a otras latitudes.
Me crié escuchando LT15, está arraigada a mis sentimientos, como cada uno de los periodistas y locutores de la «vieja guardia». Nunca le voy a desear el mal a LT15 y esta no es la excepción, le deseo de corazón la mayor de las suertes con este nuevo programa.
Empero, como lo dijo su propio mentor, no puedo dejar de mencionar que se trata de un proyecto basado en una intuición, en un pálpito, lo opuesto justamente a convicción.
Muchos jugaron su juego para la caída de La Brújula, y con un exceso de sinceridad debo reconocer que tarde o temprano me iba a terminar yendo, con programa ómnibus o no. Es que desde hace tiempo hay fogoneros, detractores, incentivadores, alentadores, que hoy deben estar festejando junto a algunos caballos de Troya. Y entre los males y los desmanes hay cierta gente que, ya se sabe, saca provecho de la ocasión…
Y ojo!, nunca dijimos que La Brújula no se pudiera mejorar. Simplemente estamos convencidos de que este es un programa necesario, que se instaló en muy poco tiempo en el corazón de la audiencia como un producto que rescata las viejas funciones de los medios de comunicación: formar, informar y entretener; porque La Brújula hasta el día de hoy informó, formó y entretuvo, mal que les pese a algunos teóricos de café, a los agoreros del odio, a los abanderados del resentimiento social, a los adláteres de la tristeza.
La Brújula basó su periodismo en algo tan simple como difícil de conseguir: sentido común, ayudado por una buena dosis de carisma.
Quiero decirles que luché hasta donde pude y más, siempre con buenas artes, para intentar salvar el programa, pero fue inútil. De todos modos me voy muy tranquilo porque hice todo lo que estaba a mi alcance, que no fue más que intentar hacer ver a quienes tienen poder de decisión en este medio todo lo que le significa -significada La Brújula- para LT15 y en un esfuerzo descomunal, porque va en contra de mi naturaleza, también traté de enumerar el valor agregado que le aportaba con mi presencia a esta radio.
Pero es difícil cuando del otro no existen las herramientas de formación en comunicación y… el sentido común.
Ese sentido común, en el que basamos nuestro periodismo en este programa, y siempre, no se compra ni se vende, no existe una materia «sentido común» en la escuela o en la facultad: se tiene o no se tiene.
Por último, quisiera dejar una serie de agradecimientos. En primer lugar a Pedro Brassesco, fue él quién confió en mí para que me hiciera cargo de la corresponsalía del Diario UNO en 2001, la primera de un diario de Paraná en Concordia. Ése fue mi primer contacto con el multimedios que controla LT15.
En segundo lugar quiero agradecer a Fabián Scabuzzo por haber confiado en mí para conducir este programa en 2002, que aclaro es de la radio. Y esto es motivo de satisfacción, porque Scabuzzo, con sus defectos y virtudes, era indudablemente un tipo que sabía de radio.
También mi agradecimiento para Héctor Bradanini, que si bien por un corrimiento de la programación acortó a dos horas la duración del programa, respetó el acuerdo establecido originalmente con la emisora.
Y también quiero agradecer a Carlos Schellhas, el actual director, por haber confiado en este mismo grupo de trabajo -prácticamente- para el proyecto de «La Brújula Viajera», una experiencia inolvidable para todos los que la vivimos.
Quiero agradecer también a todos los compañeros de trabajo que participaron y/o colaboraron directa o indirectamente con el programa.
A los anunciantes particulares, privados, única fuente de financiamiento de este programa. A todos los anunciantes: a los que nos contactaban a nosotros porque querían publicitar sus productos o servicios en el programa, por el rol vendedor de La Brújula, y también a aquellos que solicitaban a la radio específicamente el horario de 10 a 12, y nunca nos enteramos.
Por último, el agradecimiento más grande es para todos ustedes, los oyentes: los únicos jueces que reconocemos para nuestra tarea. Durante casi 4 años hemos ingresado dos horas al día en su intimidad, hemos compartido con ustedes todos los estados de ánimo a través de nuestra voz, y ustedes han puesto su generosa oreja para que nosotros sintiéramos esa compañía que no se ve, pero que está, y ha sido nuestro gran motor para salir todos los días a la cancha a jugar el partido.
Quizás ahora comprenderán las frases tales como «no todo lo que brilla es oro», y también porqué cerré el año leyendo algunos párrafos de los «Macarras de la moral». Lo que nunca van a poder dimensionar es la influencia que han tenido en nosotros: fueron nuestro combustible, queridos oyentes. Cuantas veces han sido ustedes los que con un llamado nos ayudaban a nosotros a encontrar La Brújula, porque nosotros también tenemos días buenos, regulares y malos, días en que por sí solos podemos mover el mundo, y días en los que no tenemos fuerzas ni siquiera para abrir la puerta de nuestra casa.
Cómo voy a olvidar las veces que ustedes nos hacían sentir uno más de su hogar, a través del calor de su casa, de su oficina, de su negocio, de su cabina de camión, de su habitáculo de auto, de su tractor. Cómo voy a olvidar las voces de aquellos que llamaban cuando estábamos lejos, en otras latitudes, contemplando las bellezas de nuestra provincia y nos destacaban las bellezas de nuestra ciudad, para que nunca dejáramos de volver.
Nuestra forma de retribuirles tanta dedicación, tanto cariño, fue haber asumido como un desafío, como un compromiso, cada solicitud de información o servicio, cada pedido de dato útil.
Nuestra forma de retribución fue también informarlos con la verdad, que es única. Nuestra forma fue también hacer las veces de contralor de los actos de gobierno -otra función de los medios en Democracia que rescató este programa-, y también, porqué no decirlo, haciendo las veces de paladines de los derechos de aquellos que no tienen voz.
Me voy, pero muy tranquilo, íntegro, pleno, más fortalecido que nunca, porque todo lo que no me mata me fortalece.
Finalmente quiero decir que el primer mandamiento que aprendí en la universidad fue que «los periodistas no son noticia». La única estrella que debe brillar es la noticia, y más allá de la inevitable exposición pública, siempre me puse y me pondré detrás de la noticia.
Cada programa de La Brújula representó para mí una especie de «aniversario de casado»: me sirvió para renovar votos, para ratificar el compromiso con la búsqueda de la verdad, con la honestidad en la realización de nuestro trabajo, con nuestra vocación de servicio exclusivamente hacia nuestro público, más allá de los intereses de los grupos de presión de los sectores públicos y privados.
Y con la fuerza que nos da esta reafirmación de principios, encaramos siempre nuestra tarea cotidiana, nuestro pequeño trabajo diario que -en sí mismo- fue una gota en el océano, pero que no está sola.
Es parte del imprescindible mar de información, análisis y reflexión que concebimos como pilar fundamental para el crecimiento de nuestra sociedad en democracia”.